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116 comentaris:
EJERCICIO SORPRESA
¿Escritura automática? ¿Sin pensar? Parece fácil si dejas libre al subconsciente, pero también es peligroso ya que pueden salir aspectos que da pudor revelar. Es como una confesión, no estoy siendo original hablando tan solo de lo que me preocupa. No hay reflexión, ni imaginación. Tengo que amordazar a mi mente. Estoy escribiendo sin comas, ni puntos (por cierto como casi siempre). Después llega la parte que menos domino la revisión. Y la valoración.
¡Ya basta¡ Lo mediocre mejor si es breve.
Fina Rivas
Muy buen trabajo
ENTRE LAS ÁNIMAS
Mañana soplará vendaval. No debería subirme a la escalera, atornillándome a los agarraderos hasta alcanzar la tramada cuarta. Las flores en una mano, la bayeta en la otra y el cuchillo entre los dientes por si preciso recortar el cocho donde se insertan las flores.
Si viniera una ráfaga de viento podría caer rodando hasta el suelo. Ya casi, me siento magullada, tal vez herida, a lo peor muerta, con el cuchillo incrustado en mi boca y el ramillete estarcido sobre mi cabeza.
Lo siento mamá. Visitaré tu tumba cuando resplandezca el sol y no perciba ni el aire de mi respiración.
Inma Sierra
Escritura automática
Ya, eso dice, descansamos. No tengo. Voy a escribir por rellenar el espacio. Pura caligrafía. Debería omitir verbos. Solo aire, agua, una luz, reposo, olvido, nulidad absoluta. ¿Será suficiente? Ya, eso digo, descansamos, sí.
No debe tener lógica esto, pero el personal es muy aplicado y sigue escribiendo. “Hay que seguir”, susurran a mi lado. No me apetece demasiado. Tampoco creo que esto responda al enunciado, no es “automático” este proceder mental. Ya paro.
Paco Bolea.
Todo son recuerdos. Hace viento y camino entre los pinos percibiendo su aroma. Contemplo el mar y vuelven los recuerdos. Decido salir de ese escenario y me voy a la heladería donde los gritos de los niños y las risas de los adolescentes me reconfortan.
Josefa Gómez
El bazar chino
Miguel Ángel Albero
Entró buscando una simple bolsita de alcayatas. Nada más. El cartel rojo decía “Todo a 1€”, y las letras titilaban con un parpadeo hipnótico. Dentro, el aire olía a plástico nuevo y esperanza barata. El chino de la entrada le dirigió: tercer pasillo al fondo. Galerías interminables se abrían como arterias de un monstruo que no dejaba de crecer. A cada lado, los estantes rebosaban de objetos supuestamente inservibles: tazas con frases en miles de idiomas, flores de plástico descolorido, muñecos que lo observaban con una sonrisa congelada.
Aunque todavía no había localizado las alcayatas decidió que ya se le hacía tarde y se había de marchar, pero conforme avanzaba las ofertas a un lado y otro se volvían más tentadoras. Tomó un llavero que contenía una foto de Peñíscola; aparentemente no lo necesitaba, pero… por un euro, ¿por qué no?
Comenzó con una cesta. Luego un carrito. Después, un carro grande. Cada artículo le llenaba un vacío que no sabía que tenía. No había puertas, ni ventanas, sólo más pasillos, más objetos. Las alcayatas estarían en alguna parte, pero ya no recordaba para qué las quería.
Pasó tiempo. Cuando entró, en el exterior era primavera, pero llegó un momento en que se activó una megafonía por la que se escuchaba de forma repetida y alterna los villancicos Noche de Paz, Navidad y I wish you a Merry Christmas en un tono agudo y desafinado, por lo que dedujo que seguramente habría llegado la Navidad. Además, la muestra de adornos navideños que afloró en las estanterías se extendía hasta el horizonte. El espacio y el tiempo perdieron todo el sentido. Quizá, pensó, el bazar siempre estuvo dentro de él. O quizá él siempre formó parte de su universo. Siguió buscando, con tesón y con una sonrisa de oferta ideal.
AVENTURA ENTRE PALABRAS
En una tarde de otoño con calor veraniego inicio mi curso de Narrativa. Es una aventura entre palabras de la que surgirán diferentes combinaciones para construir historias. Cualquier historia transmite algo de nosotros, de lo vivido, soñado o deseado. Es proyectarse, revelarse mediante ideas y creaciones que surgen de la imaginación en un momento dado y la técnica narrativa las organiza y da forma. ¡Es una aventura para aprender y disfrutar!.
Amparo Peris
Los cuatro jinetes
SE DISUELVEN EN LA NOCHE como espectros, como imágenes difusas, en un escenario de fuego y destrucción. No son imágenes, no son espectros, son personas que cuando pueden dormir, sueñan con sus perseguidores y tratan de encontrar, bajo la visera de sus cascos, una mirada de compasión. Una melodía fúnebre los acompaña. Huyen de la guerra.
Atrás queda el confort de ayer; la mesa puesta, la sopa humeante, el techo, el oso de peluche. Atrás el compañero haciendo frente a la barbarie.
Lo que han podido salvar, cabe en una mochila, los brazos deben de quedar vacíos para abrazar a los más débiles, para darle la mano a los niños.
Amparo Romero
SIN TON NI SON
Nació un lunes, se quejó el martes, trabajó el miércoles, soñó el jueves y envejeció el viernes. El sábado recordó lo poco que había reído, y el domingo, justo antes de morir, entendió el chiste: nada de eso importaba. Todo lo que temió, todo lo que pospuso, eran trucos de un payaso invisible llamado “tiempo”. Rió tan fuerte que la muerte se detuvo, incómoda.
“¿De qué te ríes?”, preguntó.
“De ti”, respondió él, “de mí, de todo esto”.
La muerte sonrió también, porque al fin alguien había entendido la broma.
Marina Pérez Gutiérrez
Tengo dos hermanos, ninguno de los dos está cuerdo. Mis padres son
asiduos de psiquiatras y psicólogos, y yo estoy loco. En el pueblo nos
llaman la familia de los perturbados, sin embargo, nos consideramos
normales, y vemos a nuestros vecinos como los anormales. Nosotros
somos locos cuerdos, los demás cuerdos locos, y yo me pregunto
¿donde radica la diferencia?, ¿donde la delgada línea que nos separa?.
Pedro Llopis
Era mi momento, pero estaba sin fuerzas, mi memoria no funcionaba y no podía recordar mi texto. Me quedé con la boca seca y a punto de desmayarme. Miré las caras de los actores, debía continuar. No recuerdo lo que dije. Al finalizar la representación me llevaron a urgencias. Diagnóstico: crisis de ausencia. Por cierto, la obra fue un éxito.
ROSA ALBERO
EXPECTATIVAS
La imagen de la chica con el gatito acurrucado en su cuello me ha traido tantos recuerdos. ¿Quizá nostalgia de un tiempo pasado? Recuerdo a Errol tan blanquito, suave y bueno, eran otros tiempos. Todos jóvenes, con energías e ilusiones. Como es la vida, cuantas vueltas da, somos un entramado de seres cuyas vidas se cruzan, se enlazan, se separan.
La reunión presenta tantas expectativas, mucho tiempo sin vernos, puede ser una explosión de emociones pero ¿de qué tipo? ¡Qué zozobra! Bueno, el domingo lo sabré que cada uno hable de lo que quiera y esperemos que la armonía y nuestro cariño se impongan.
Ana Rodríguez
El Gato
Miro por la ventana abierta,con cortina plegable_"No esta , no veo nada, ni nadie"_ "¡ Por Dios ¡ .La preocupacion se apodera de mi alma ,y atraviesa mi cuerpo rapidamente en forma de miedo y panico.Me doy cuenta de que el gato no se encuentra en casa,no maulla,ni se ve rastro de el ,
Dejo atras las emocionres negativas y comienzo a buscar por los armarios. En el fondo de uno de ellos veo unos pelos que se mueven.
_ ¡¡"Es el ,es mi gato" ¡¡....Cambio la emocion rapidamente por alegria y euforia.
Mariola lo vio todo, ella fue la que me advirtió. Después escuché la voz de Antonia, una voz muy potente y desgarrada, que me puso en alerta. Miré donde su mano indicaba y lo ví.
El campanario de la iglesia se había agrietado. De la abertura de la grieta sobresalía la cabeza de un animal. Por su enorme pico negro deduje que era un pájaro. Fue una cuestión de segundos, sus ojos me miraron y caí desplomada.
ESPERANZA ISASI
RETRATO DE MUJER: IDENTIDAD
Hubiera pasado desapercibida como cualquier simple joven. Un jean azul con cinturón y un suéter básico de cuello cisne, cuyo color ocre amarillo contrasta con la palidez de su piel y su descuidada melena oscura.
Pero, apenas atraviesa la salida de la comisaria, salta, impulsando el brazo izquierdo hacia arriba con emoción, mientras el derecho flexionado casi acaricia la calidez de su rostro. Los puños cerrados, para encerrar y olvidar la inmersión de su infierno en un cuerpo ajeno; para decir adiós a tantos instantes de dolor, de aislamiento, de tristeza.
Hoy, es un instante feliz y se refleja en su enorme sonrisa que hasta eleva sus mejillas hacia su respingona nariz. Durante unos instantes mantiene los ojos cerrados para saborear el orgullo de afrontar su verdad ante los demás; para deleitarse en su resolución hacia el futuro.
Ojea su nuevo documento de identidad. Ángel fue un equívoco y Angela, con paso firme, comienza a caminar.
Inma Sierra
Los días de Clara
Clara no sabía estarse quieta. Tenía el calendario lleno de colores: azul para las clases de yoga, verde para las reuniones del grupo de teatro, amarillo para las quedadas con Marta y Leo. Pensaba, que así su vida parecía un cuadro alegre, aunque tanto color solo servía para tapar los huecos en blanco.
Le encantaba reírse fuerte, viajar ligero y empezar proyectos que nunca terminaba. Su teléfono vibraba sin parar pero, cuando llegaba la noche, temía el silencio que se colaba por las rendijas.
Entonces, se prometía que mañana —mañana sí— intentaría quedarse quieta un minuto, sin sentirse perdida.
ROSA ALBERO
REDES
Ella nunca pensó que su carrera sería tan lucrativa. En cambio a sus conocidos no les extrañó dada su forma de ser alegre y optimista, además de belleza, junto a dotes para la comunicación positiva. Sus comienzos fueron pautas y consejos de su especialidad, y poco a poco introdujo productos; eso sí, en segundo lugar, sin mucho protagonismo, sin apartarse de sus valores y honestidad. Lo esencial era su contenido.
Este día, especial en su ciudad, acabó con esta frase: “El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de la primera”.
Como todos los viernes la conocida influencer en filosofía y letras subía su video a YouTube.
Fina Rivas
TELARAÑAS
Me encanta esta puerta vieja de madera rugosa, agrietada y sin barniz, medio desprendida de sus bisagras, que guarda tras de sí reminiscencias de vidas pasadas, recuerdos que se acumulan entre las sombras de tantos objetos dispares.
Un visillo polvoriento, matiza la luz que entra por la única ventana de la buhardilla. Huele a rancio, a cuero seco. El suelo cruje y sobrecoge un poco, la sensación de presencias fantasmagóricas, reprochando la invasión de su espacio.
Veo una silla coja, una muñeca calva de porcelana y trapo. En un rincón, justo donde un fino rayo de sol se ha permitido iluminar el desván, encuentro un abanico roto, que silencia un lenguaje de seducción y misterio. Casi tapado con un mantón, el retrato de un señor de barba blanca. Lo he cubierto totalmente, me intimida su aspecto vetusto y su mirada de búho escudriñador. Percibo en el aire un aroma que no identifico; grasa, aceite de lámpara quizá. Me inquieta ese ligero zumbido que escucho a ráfagas, lejano como de algún insecto.
En el fondo, entre la penumbra, distingo un perchero con sombreros. Aquello me fascina y me acerco con tanto afán que tropiezo con algo que produce un tintineo de cristales. Al apoyarme, no sé dónde, en mis dedos se han enredado telarañas obstinadamente pegajosas.
Tengo la garganta seca y en la lengua el sabor metálico del polvo en el aire. Bajo la escalera consciente de mi imprudencia; debí haber traído guantes y mascarilla.
Mª Nieves Baixauli
Escaparates.
Miguel Ángel Albero
Ya llevo décadas en la redacción del diario. El tecleo de las noticias y el café aguado de la máquina fueron siempre el eje de mi rutina; un metrónomo marcando los días sin sobresaltos. Hasta que llegó Laura; una becaria que estuvo un tiempo con nosotros. Juventud recién estrenada, voz ligera, una forma de moverse que parecía traer aire fresco a aquel lugar detenido en el tiempo.
Fingía concentrarme en mis notas, pero seguía con el rabillo del ojo el vaivén de su cabello, el brillo de sus labios, la curva de su sonrisa, su cuerpo resaltado por esos pantalones tan ajustados. Una noche, ya en casa, busqué su nombre en Instagram y allí estaba: posando en bikini entre las olas, la piel dorada por el sol, con un vestido vaporoso en una terraza nocturna, mirada provocadora, hombros desnudos, bailando bajo luces violetas. Cada foto parecía desafiar la grisura de mi vida actual. Intenté restar importancia a las imágenes. El Instagram es un escaparate donde siempre se exagera la realidad.
Hice cambios en mi aspecto. Un cambio de estilo en el pelo, ropa más informal, un esfuerzo por aproximarme a ella y caerle simpático. Buscaba temas que la hicieran reír adoptando gestos que no me pertenecían. Se diría que le había caído gracioso. O tal vez me mostrara su simpatía por mera cordialidad.
Me aventuré a comprar un par de entradas para invitarla a un tributo musical a Depeche Mode que había programado en la sala Wonder. Le diría que me las habían regalado y no tenía con quien ir. ¿Me atrevería a hacerlo? ¿Acaso le gustaría Depeche Mode?
Esa noche, al salir del trabajo, estalló una tormenta eléctrica. Ella se marchó en dirección contraria acompañada de un grupo de jóvenes que la esperaban en la puerta. Comenzó a llover y me cobijé frente a la cristalera de una tienda de modas. Dentro, los maniquíes parecían observarme fijamente. Un relámpago reflejó mi rostro desgastado en el vidrio superponiéndolo a la piel lisa y perfecta de los maniquíes. Permanecí inmóvil unos minutos mirando a ninguna parte. Reanudé mis pasos bajo la lluvia y de camino me deshice de las entradas arrojándolas a una alcantarilla. El agua se las llevó y desaparecieron, como todo lo demás.
Aquel jueves
Aquel jueves le pareció a Laura un día completo, uno de esos días en los que parecen confluir solo circunstancias favorables. Su abuela, tan querida para ella, tras unos días ingresada en el hospital, había vuelto a casa con el alta médica y el ánimo al alza. Antes, a media mañana, revisando sus datos bancarios, comprobó que, por fin, le habían ingresado los mil ochocientos euros que le debían por un trabajo temporal. Más tarde, compartió la comida con tres excompañeras de la facultad en un restaurante al que solían acudir una vez al mes, saboreando la sobremesa con tanto deleite que le pareció más suculenta que los platos y el postre del menú.
Pero, sobre todo, lo que terminó por convertir aquella jornada en algo excepcionalmente grato, fue la confirmación, a mitad de esa misma tarde, de haber sido admitida como profesora auxiliar de español en una universidad estadounidense de segundo nivel, pero de prestigio creciente. Tuvo noticia de esa posibilidad algunos meses atrás, en marzo, a través de un amigo matemático, mayor que ella, que llevaba ya varios años contratado allí. La verdad es que, aunque no se había hecho demasiadas ilusiones por si finalmente no se cumplían sus expectativas, le seducía la idea de pasar al menos un par de años fuera de su ciudad de cuna y de su círculo de relaciones sociales, alejada de unos padres que, sin pretenderlo, le agobiaban en su afán por pretender que buscase un trabajo estable, que preparase a conciencia las oposiciones a la enseñanza pública. Tampoco le podía retener, hoy por hoy, relación sentimental alguna; desde su ruptura con Mario, su última pareja más o menos sólida, algo que le afectó en grado insospechado, había optado por mantenerse libre de cualquier tipo de compromiso formal.
Por todo ello, al consultar en su móvil el correo electrónico y comprobar que el puesto de trabajo era suyo, no pudo resistirse y saltó de alegría en medio de la calle, gritó rodeada por transeúntes que la miraban sorprendidos e, incluso, estiró sus brazos en señal de victoria, como si fuese un futbolista que acabara de conseguir un gol decisivo. Al cabo, más serena, se ratificó en su convencimiento de que ese jersey ligero, ajustado, entre amarillo y naranja, que había decidido ponerse tras la ducha temprana, aparte de que pudiera favorecer a una chica morena como ella, le daba buena suerte, muy buena suerte, por supuesto, una sensación que tuvo desde el primer día en que se lo puso. Siempre había sido algo maniática en cuestiones relativas a la ropa, del mismo modo que algunas prendas le parecían atractivas y solía ponérselas con una frecuencia abusiva, otras, en cambio, quedaban relegadas al olvido en lo más oscuro del armario, condenadas al ostracismo absoluto. Estaba segura, pues, de que su elección matutina había contribuido en gran medida a una jornada tan francamente positiva.
Ya en su habitación, tumbada en la cama, repasando todo lo sucedido ese día, pensó que a corto plazo se le abría un futuro muy favorable y que, por fin, sus sueños iban a cumplirse. Pero, quizá, olvidaba entonces que no todos los días son jueves amarillos y naranjas.
Paco Bolea (2-XI-25)
Las apariencias engañan
Pamela, tiene poco más de 20 años y siempre ha sido una chica entusiasta y optimista. Sus amigas opinan que es fácil para ella con ese aspecto físico. Es alta, delgada, tienen una larga melena y sus facciones son muy agradables; pero sobre todo llama la atención su simpatía, su inteligente conversación y que allá donde va siempre es el alma de la fiesta.
Sin embargo, la vida de Pam no ha sido siempre fácil y a menudo debe luchar contra sus miedos y sus inseguridades. Su vida se truncó, en plena adolescencia, hace cinco años cuando sus padres perdieron la vida en un accidente de coche. En ese momento, su abuela se convirtió en la persona más importante de su vida. Pero Pamela siempre ha sabido encontrar razones para seguir adelante , siempre ve “el vaso medio lleno”, cree en las personas y ha aprendido a creer en sí misma. Ahora está feliz porque ha conseguido acceder a los estudios que siempre había soñado. ¡Por fin va a ser médico!
M.ª José Ferrer Fuster
Como todas las mañanas Candela baila antes de comenzar el día. Todo el mundo piensa que es porque se siente feliz, pero en realidad solo intenta acallar el ruido y las sombras de su cabeza. Trabaja desde casa, haciendo dibujos para anuncios que casi nadie le compra. Hoy, mientras giraba, una corriente fría le rozó la espalda y la música se detuvo sola.
En la pantalla, un mensaje: “Te he visto bailar.” No tenía remitente. Se quedó inmóvil mirando alrededor con el corazón desbocado. Pensó en las ventanas sin cortinas. Luego respiró hondo, sonrió sin saber por qué… y volvio a darle al play. Prefería recibir estos mensajes a vivir encerrada entre cortinas.
M. Ángeles Núñez-Flores
María es una estudiante de Derecho cuyo futuro profesional depende en gran medida de la nota obtenida en el examen final de Grado. Un examen al que ha dedicado muchas horas, pero que hizo en un momento en el que estaba más abatida de lo habitual.
Solo hace dos años del accidente de tráfico en el que perdió a su hermano gemelo y desde ese trágico suceso sus inseguridades han ido en aumento. Su estado natural desde entonces es de alerta, siempre presagiando lo peor.
Acaba de recibir la noticia de que ha superado la prueba con notable cuando Carlos la fotografía. No quiere olvidar ese momento en el que desborda una alegría casi irreal.
Esperanza Isasi
"La fortuna de Clara
Clara es alta, rubia y discreta, una presencia que parece hecha para los márgenes del ruido. Trabaja demasiado, aunque nadie se lo exija; quizás porque los números, incomprensibles para ella, le hacen creer que debe compensar con horas lo que no puede con cifras.
Tiene un don involuntario: es gafe. Donde va, las máquinas se apagan, los ascensores se atascan y las tazas se caen sin viento que las mueva. En la oficina la aprecian, pero todos respiran con alivio cuando ella sale por la puerta.
Su novio, el segundo —el primero había tenido un accidente justo antes de conocer a sus padres—, dice que su mala suerte es pura coincidencia. Y Clara le cree, porque con él se siente más segura.
Vive tranquila, rodeada de silencio y de un perro que la mira con una fidelidad inquebrantable. Cocina mal, así que se alimenta de sushi y serenidad. No le gustan los sacrificios, prefiere la calma del presente a las promesas del futuro.
Una noche, mientras el barrio entero se quedaba sin luz, Clara encendió una vela. Por un momento, se vio reflejada en la ventana: luminosa y sola, pero viva. Pensó que tal vez no era gafe; quizá era el mundo el que se rompía un poco a su alrededor para obligarla a mirar de cerca lo que de otro modo pasaría de largo.
Y en esa oscuridad, sonrió, convencida de que la suerte —buena o mala— no era más que una forma de estar en el mundo."
ROSA ALBERO
MARTA
Su madre está preocupada, últimamente la nota taciturna, apática. Parece más delgada que de costumbre. Ha hablado con sus hermanos y coinciden con ella, no está tan chistosa y suele ir con prisa a su cuarto, enganchada al móvil. Sara, la hermana confidente, le cuenta que en la universidad los compañeros también lo han notado. Además, desde que va con Enrique no aparece ni por el club de lectura ni por las clases de baile que siempre le han encantado.
Están todos con el tema cuando oyen su voz desde el descansillo. La escuchan firme, serena decir un no rotundo y seco seguido de ¬— ¡no me llames más!— de pronto se abre la puerta, Marta aparece, va a encaminarse a su cuarto cuando se gira hacia ellos, alza los brazos y dando uno de sus pasos de baile favoritos, les sonríe.
Ana Rodríguez
Los días de Clara
Clara no sabía estarse quieta. Tenía el calendario lleno de colores: azul para las clases de yoga, verde para las reuniones del grupo de teatro, amarillo para las quedadas con Marta y Leo. Pensaba, que así su vida parecía un cuadro alegre, aunque tanto color solo servía para tapar los huecos en blanco.
Le encantaba reírse fuerte, viajar ligero y empezar proyectos que nunca terminaba. Su teléfono vibraba sin parar pero, cuando llegaba la noche, temía el silencio que se colaba por las rendijas.
Entonces, se prometía que mañana —mañana sí— intentaría quedarse quieta un minuto, sin sentirse perdida.
MARINA PÉREZ
RETRATO DE MUJER: IDENTIDAD
Hubiera pasado desapercibida como cualquier simple joven. Un jean azul con cinturón y un suéter básico de cuello cisne, cuyo color ocre amarillo contrasta con la palidez de su piel y su descuidada melena oscura.
Pero, apenas atraviesa la salida de la comisaria, salta, impulsando el brazo izquierdo hacia arriba con emoción, mientras el derecho flexionado casi acaricia la calidez de su rostro. Los puños cerrados, para encerrar y olvidar la inmersión de su infierno en un cuerpo ajeno; para decir adiós a tantos instantes de dolor, de aislamiento, de tristeza.
Hoy, es un instante feliz y se refleja en su enorme sonrisa que hasta eleva sus mejillas hacia su respingona nariz. Durante unos instantes mantiene los ojos cerrados para saborear el orgullo de afrontar su verdad ante los demás; para deleitarse en su resolución hacia el futuro.
Ojea su nuevo documento de identidad. Ángel fue un equívoco y Angela, con paso firme, comienza a caminar.
Inma Sierra
El banco
Mediana edad, ojos profundos como de haber llorado mucho. Cejas finas y pómulos salientes. Sentada en un banco del parque sólo se adivina su esbeltez. Los vaqueros y la camisa le hacen parecer más joven. La cabeza inclinada, se diría que la barbilla descansa en el escote, sobre el pecho. Su postura indica tristeza y desolación . Mira el reloj. Hora de volver a casa. ¡Horror!¡Ahora tendrá que aguantar sus gritos!
ROSARIO ESTELLÉS
Hoy puede ser un gran día
Sus padres no estaban de acuerdo, pero sus amigos y compañeros le apoyaban y animaban. Desde que era niña, Lucía soñaba con estar frente a una cámara: sonrisa perfecta, música alegre y colores brillantes hacen que todo pueda ser posible.
Un día recibió un mensaje en su teléfono: “Has sido seleccionada para el anuncio de la campaña de Navidad”. Era un papel sencillo: - una chica que toma un poco de turrón y sonríe-, pero para ella era mucho más que eso. Era su oportunidad para darse a conocer. El día de la grabación le arreglaron el pelo, maquillaron y le dieron el guion. Ensayó durante unos minutos y cuando escuchó al director decir: “¡Acción!” sintió una mezcla de nervios y felicidad. Estaba cumpliendo lo que tantas veces había imaginado.
Cuando todo terminó, Lucia rió y bailó de satisfacción. Más allá de vender un producto, había logrado vender algo a sí misma: la certeza que los sueños, con esfuerzo y alegría pueden hacerse realidad.
Amparo Peris
Pablo es un hombre tranquilo, afectuoso,ahora ha cumplido los 54, le gusta vivir y complacer.Su vida la tiene resuelta y con lo que tiene es féliz...saborea la vida sin prisa.
Físicamente es corpulento y ya no tiene que preocuparse X arreglarse el pelo., es apacible y un tanto desenfadado, no es estricto ni riguroso...alguien con quien se está a gusto.
Hoy no trabaja, tiene el día libre y decide ir a ver como van las naranjas en el huerto.Es primavera, los árboles están llenos. Habrá que avisar a toda la familia que ayuden en la cosecha, es un buen año, y de paso hacer una buena paella, contarse historias o desventuras, porque comiendo,riendo y trabajando es la mejor forma de pasar un día.,liberarse de lo cotidiano, hacer vínculo y aprender a disfrutar de la vida....sacándole el fruto...ja ja
MARÍA TERESA HERNÁNDEZ
Se había marcado una meta. A pesar de sus miedos no dudó en seguir adelante. Durante años había estado estudiando aquella maldita oposición que le había supuesto dejar de lado las reuniones familiares, los viajes y tertulias con los amigos, la lectura de buenas novelas... No sabía si al final valdría la pena todo ese esfuerzo, si lo podría conseguir.
Miró con temor los resultados y al verlos sintió una explosión de alegría. Todo ese tiempo de estudio, de sacrificio, se vio recompensado. Por fin lo había conseguido. ¡Qué felicidad!!
Inma Álvarez Monreal
CHICA JOVEN
El personaje propuesto para crear un relato,en cuanto a su físico, ante
todo, es una chica joven, alegre, a la que se nos muestra bailando de
forma desenfadada, con vestimenta juvenil, de bonito cabello moreno y
cuerpo atractivo. Respecto a sus sentimientos, creencias, amistades y
demás cuestiones que acompañan a un ser humano, entramos en el
mundo de la imaginación, la intuición o la presunción. Imagino que será
feliz, intuyo que tendrá amigos, vida despreocupada, sin enfermedades
mentales ni físicas, presumo que, a lo mejor, tiene hasta un trabajo o
estudia, o quizás no tenga nada de lo dicho. En cualquier caso, tiene
algo que nadie le puede robar juventud “divino tesoro”.
PEDRO LLOPIS
Esmeralda vivía pendiente, y en secreto, de aquella llamada varias semanas ya. Su vida familiar, padres y hermanos, significaba poco en esos momentos. ¡ Los había querido tanto!
Y sus amigos, con quienes compartía todas sus cuitas, estaban ajenos a sus expectativas actuales. Sola, ella sola, maceraba la esperanza, con temor acechante. ¡Todo podría romperse!
Aquella mañana andaba serena, desconectada de la incertidumbre, cuando, de repente, sonó el teléfono. Sin mirar la pantalla, atendió la llamada.
- ¿Esmeralda García, por favor?
-Si, soy yo
- La llamamos para comunicarle que ha sido seleccionada.
Miren de Verástegui
Percepción
Nunca pensé que podrías, ser tan fotogénica. Mírate, preciosa, ¡qué guapa eres! Tú, la patita fea de todos las cuentos. Nunca pensé que una foto pudiera reflejar tan bien tu emoción, tu valor, tu alegría y tu satisfacción personal.
Quizá porque nunca pensé en mi espontaneidad, ni en mi yo disfrutona, ni en mi fuerza, ni en mi poder de seducción. Y nunca pensé que me redescubriría 30 años más tarde con la mirada amable de la madurez.
Eugenia Boluda
RÉQUIEM (1ª persona)
—Quiero morir, es una pesadilla seguir viviendo.
—Maldito el día que compré el automóvil, con él, mis dos hijos se han estrellado.
—Lo siento señora, los dos han fallecido—me dijo la policía—.
—Hoy, se ha celebrado su funeral, y ahora necesito un baño, para quitarme el olor de la muerte.
—Me siento en el sofá y escuchó el Réquiem de Mozart, con la foto de mis hijos en el regazo. Apuro el vaso y con una tenue sonrisa trago el veneno.
Inma Sierra
RÉQUIEM (3ª persona)
Desde la ducha, Rosa, oía el teléfono sonar reiteradamente. Luego se dirigió a la cocina para acabar de preparar la comida. Era un día especial, los chicos vendrían a comer.
Mientras ponía la mesa sonó, impetuoso, el timbre de la puerta. Tras la mirilla dos desconocidos mostraban sus placas.
— Señora, policía; ¡abra la puerta! —
Rosa, asustada, quitó el pasador y preguntó: ¿“Qué ocurre”?
— Buenas tardes, ¿es usted la madre de María y Jorge Delicado? —
Rosa, presa del pánico, aseveró con la cabeza afirmativamente.
—Pasen, por favor, dijo ella.
Habían telefoneado, sin recibir respuesta. Acudían a su domicilio para comunicarle que sus hijos habían sufrido un accidente de automóvil y, desgraciadamente, los dos habían fallecido.
Hoy, tras el funeral, sabía que jamás podría afrontar ese tormento. Llorando, en el sofá, mientras escuchaba el Réquiem de Mozart, miraba la foto de sus hijos y, con una tenue sonrisa, tragó el veneno.
Inma Sierra
LAS FRUTAS DESEADAS - 1
No tenía dientes, así que el beso fue suave como los mangos que pretendía degustar. Lo intenté de nuevo con una manzana a la que le quité la piel y de la que pude obtener su aroma fresco y apetitoso; la besé varias veces lamiendo su textura, para conseguir el placer de su sabor aunque no pudiera morderla. Tal era mi disfrute, que busqué una rodaja de melón y repitiendo el sabroso beso obtuve de nuevo la misma satisfacción de creer que la comía.
Y finalmente descubrí aquella calabaza asada. Ayudándome de una cucharilla pude introducir en mi boca un pequeño pedazo que comí aún sin disponer de mis dientes. Quedé satisfecho.
LAS FRUTAS DESEADAS - 2
Recordaba aquellos momentos en que siendo niño contemplaba a su abuelo con cierta admiración. No tenía dientes, así que besó con suavidad los mangos que pretendía degustar sin éxito.Veía cómo lo intentaba de nuevo con una manzana a la que quitó la piel y de la que pudo obtener su aroma fresco y apetitoso. La besaba varias veces lamiendo su textura, para conseguir el placer de su sabor aunque no pudiera morderla.Tal era su disfrute, que fue a buscar una rodaja de melón y repitiendo el sabroso beso obtuvo de nuevo la misma satisfacción de creer que la comía.
Y finalmente le vió descubrir la calabaza asada y ayudándose de una cucharilla introducir en su boca un pequeño pedazo que pudo comer, aún sin disponer de sus dientes. Pensó que el abuelo había quedado bastante satisfecho.
PEPA GOMEZ
UN CASO CON MALA PINTA (1ª persona, la buena)
Miguel Ángel Albero
La primera vez que acudió a mi oficina llevaba un vestido rojo que parecía hecho de pecado y veneno, y con una mirada que no prometía nada bueno. Dijo que su marido había desaparecido, que lo amaba y se temía lo peor. La miré a los ojos y percibí la mentira disfrazada de desesperación. Aún así acepté el caso; los billetes que dejó en mi escritorio pesaban más que mi propia conciencia.
Anduve husmeando por toda clase de antros hasta que logré atar todos los cabos. Esto tenía mala pinta. Finalmente lo encontré; se hallaba en un apartamento que había alquilado a su nombre cuatro días antes. El lote completo venía con una bala en la sien y con la expresión de quien acaba de entenderlo todo demasiado tarde. En la investigación se vio que la bala tenía un calibre de nueve milímetros corto. Un tipo de munición utilizado por pistolas de bolsillo. Arma de mujer. La misma con que me apuntaba en el momento en que volvió a entrar por la puerta de mi despacho.
— ¿Desde cuándo lo supiste? —susurró.
— Desde antes de que abrieras la boca —le respondí.
Guardó la pistola en el bolso, se me acercó y me besó como quien dicta una condena. Si yo fuera el detective de una novela tendría que haberle arrebatado la pistola y después rechazarla con ademán cínico, pero ¡qué demonios! Allí estaba ella con esa cara de zorra… y yo dispuesto a dejar que me mordiera.
UN CASO CON MALA PINTA (3ª persona)
Miguel Ángel Albero
La primera vez que acudió a la oficina de ese detective llevaba un vestido rojo que parecía hecho de pecado y veneno, y con una mirada que no prometía nada bueno. Dijo que su marido había desaparecido, que lo amaba y se temía lo peor. Él la miró a los ojos y percibió la mentira disfrazada de desesperación. Aún así aceptó el caso; los billetes que dejó en su escritorio le parecieron que pesaban más que su propia conciencia.
Anduvo husmeando por toda clase de antros hasta que logró atar todos los cabos. Pensó que esto tenía mala pinta. Finalmente lo encontró; se hallaba en un apartamento que había alquilado a su nombre cuatro días antes. El lote completo venía con una bala en la sien y con la expresión de quien acaba de entenderlo todo demasiado tarde. En la investigación se vio que la bala tenía un calibre de nueve milímetros corto. Un tipo de munición utilizado por pistolas de bolsillo. Arma de mujer. La misma con que ella le apuntaba en el momento en que volvió a entrar por la puerta de su despacho.
— ¿Desde cuándo lo supiste? —susurró ella.
— Desde antes de que abrieras la boca —le respondió él.
Guardó la pistola en el bolso, se le acercó y le besó como quien dicta una condena. Él pensó que si fuera el detective de una novela tendría que arrebatarle la pistola y después rechazarla con ademán cínico, pero… ¡qué demonios!
EL JUEGO DE VIVIR (Primera persona)
La idea de acabar con esta miserable vida me acompañó mucho tiempo: cuando la culpa, la vergüenza y el tormento eran el pan nuestro de mis días. Debí contarle mi adicción, pero temía que dejara de mirarme y de amarme como ella lo hacía. Después llegaron las mentiras, hasta que lo fui perdiendo todo, absolutamente todo, incluso a mí mismo, porque no podía soportar verme desnudo ante ella. Mi huida era hacia la nada más absoluta, y marché por no enfrentarme con su desprecio, su rechazo, su decepción.
Era y aun soy un cobarde, por eso después de cuatro años solo he sido capaz de merodear por su barrio, por su trabajo; contemplándola de lejos, oculto, como un miserable… Hoy me ha saltado la casualidad, se ha producido un inesperado e insignificante cruce de miradas. ¡Qué extraño! Unos segundos han sido suficientes para ver todos los detalles de su rostro, de su forma de caminar, de su alma. Un solo instante para reconocer una vez más que ella fue lo mejor de mi vida. Ese tiempo tan corto ha sido el tiempo más intenso y profundo que he experimentado nunca. Menos mal que no me reconoció…
EL JUEGO DE VIVIR ( tercera persona- omnisciente)
Durante casi cuatro años Lorenzo ha vivido en la mendicidad. Gracias a un programa social ha vuelto a reconocerse como ser humano. Y ahora con mucho miedo ha vuelto a su ciudad, esa de la que se alejó dejándolo todo, incluso el amor de su vida. Así es el camino del ludópata que no hace terapia. El juego lo va arrebatando todo.
En la clandestinidad, Lorenzo ha estado días espiando a su joven mujer, a la que abandonó antes de cumplir el año de casados. Él no sabe que es padre, estos días la pequeña Elsa está con sus abuelos en el pueblo.
Al destino también le gusta jugar, es azaroso e imprevisible, por eso esta mañana, sin esperarlo al volver una esquina, se ha cruzado con ella. Y rápidamente ha desviado su mirada y a paso rápido se ha ido con el corazón desbocado. Nuria lo ha mirado y ha sentido una punzada en el pecho; esos ojos le han despertado un dolor anestesiado. A pesar de la barba y su aspecto desaliñado, ese hombre la ha perturbado...
JOSEFINA RIVAS
POLÍTICO HONESTO
Siendo joven ingrese en las filas de las juventudes de un partido político,
pensando que, con el tiempo, conseguiría mejorar la vida de la gente.
Gracias a mi empatía y mis dotes de comunicador pronto conseguí un
puesto importante en el partido, y al cabo de unos años llegué a formar
parte del gobierno del Estado. Pronto me dí cuenta que la política no
depende solo de buenas intenciones, sino también de lo que ordene el
partido, los grupos de presión económicos, los medios de comunicación
y de muchos más factores que practicamente te atan de pies y manos,
de manera que haces lo que puedes y no lo que quieres. A los
cincuenta años abandoné asqueado la vida política,y me dediqué a
ganarme la vida de otra forma.!Intenté solucionar los problemas de mis
conciudadanos y no conseguí nada!.Ya me lo decía mi padre.
Pedro Llopis
POLÍTICO DESHONESTO
Luis era un joven prometedor en el mundo de la política, pero tenía un
defecto, era lo que se llama “un trepa”, más de una vez le había
escuchado decir que estaba en política para hacer dinero,y sobre la
gente y sus problemas, que se los solucionaran ellos. Aupado por esas
dotes maquiavélicas, consiguió pronto un puesto de relevancia y
manejar dinero público, buena parte en su provecho. Al cabo de un
tiempo fue juzgado y absuelto de los delitos de malversación y
apropiación indebida de caudales públicos, y a sus cincuenta años pasó
a formar parte de un consejo de administración de una gran empresa,
con un espléndido sueldo de por vida. Que mal le aconsejó su padre.
Pedro Llopis
UN HOGAR
A las ocho en punto llamaron al timbre. El tipo que llevaba las mantas le preguntó si había alguien más para ayudarles, le dijo que no. El que arrastraba las cajas no hizo comentario alguno.
En solo cuatro horas vaciaron armarios, precintaron cajas, descolgaron cuadros y dispusieron los muebles en el salón para bajarlos por el elevador, que llegaba hasta la ventana.
Después de tantos años dejar esa casa le hizo respirar tranquila.
Esperanza Isasi
Un estilo propio
Siempre he sido muy ambiciosa y no siempre me ha ido bien. Entré a trabajar como redactora de prólogos, textos y discursos del concejal de Cultura. Caí mal, me veían como una intrusa, había algo en mí que creaba desconfianza. Es cierto que no me prodigué en simpatías, prefería ser prudente. En el trabajo anterior, donde ejercí de maestra, me invitaron a marcharme por un conflicto con algunas compañeras; así que trataba de no contar nada de mi vida ni de mis emociones en el trabajo.
Me iba bien, pero, como trataba directamente con el concejal sin pasar por mi jefe directo, este empezó a sospechar algo y decidió leer mis correos para averiguar qué me traía entre manos. No me gustó que leyera mis correos personales, así qué lo denuncié porque el correo es inviolable.
Consiguió que me trasladaran a otro lugar de trabajo, no quería verme. Al despedirse de mí, sonriendo me dijo:
—Creo que será mejor que trabajes sola.
La venganza a los jefes siempre les sale bien.
Un estilo propio
Se le notaba que era ambiciosa y la recibieron con desconfianza. Venía en calidad de redactora de prólogos, textos y discursos para el concejal de Cultura. Desde el primer día, su presencia les provocó desconcierto. No sabrían decir si era su silencio, o la prudencia que parecía ocultar algo. Los demás la sintieron distante.
Venía de un colegio donde había enseñado durante años, hasta que las cosas se torcieron y la invitaron a marcharse. Desde entonces, ella teme ser malinterpretada. Su trabajo en el nuevo puesto era correcto, incluso minucioso, pero evitaba las conversaciones con su jefe directo. Aquella distancia —pensaba— era una forma de defensa. El jefe, sin embargo, interpretó su reserva como sospechosa. Comenzó a leer sus correos, buscando allí un sentido oculto, una intención. Cuando ella lo supo, lo denunció. Era un gesto más ético que práctico, pero lo hizo convencida. Poco después, la trasladaron. Al despedirse, el jefe le sonrió con esa calma que tienen los vencedores y dijo: —Creo que será mejor que trabajes sola.
ROSA ALBERO
SUBCONSCIENTE
Desperté convertida en mi propio eco. Cada palabra que pronunciaba regresaba a mí deformada, como si comentara mis decisiones con una ironía que no recuerdo haber aprendido. Caminé por la casa siguiendo esas réplicas burlonas, intentando averiguar cuál de las dos era la auténtica. Al final me descubrí en el pasillo, escuchándome a mí misma decir verdades que nunca me había atrevido a admitir.
Desde entonces avanzo en silencio: no por miedo a perder la voz, sino por temor a que mi eco vuelva a decirme algo que, esta vez, no pueda soportar
SUBCONSCIENTE
Despertó convertida en su propio eco. Cada palabra que pronunciaba regresaba deformada, como si comentara sus decisiones con una ironía que nunca había aprendido. Caminó por la casa siguiendo esas réplicas burlonas, intentando averiguar cuál de las dos era la auténtica. Al final se descubrió en el pasillo, escuchándose decir verdades que jamás se había atrevido a admitir.
Desde entonces avanzaba en silencio: no por miedo a perder la voz, sino por temor a que su eco volviera a decirle algo que, esa vez, no pudiera soportar.
Marina Pérez Gutiérrez
Estaba preocupada,ella no había venido a clase hoy...y Toni también me dijo que ayer no acudió al Ateneo.Eso me preocupó.Ella era muy rigurosa con sus compromisos.El tfno no lo cogía,sonaba y sonaba,hasta apagarse.
Decidí averiguar que pasaba.Fui al Ateneo a preguntar.Por protección de datos,no me pudieron dar, más información, salvo que no había aparecido por allí. Solo tenía una solución: acudir a la Policía.
La Policía tomó nota de toda la información que yo tenía.Quedaron en avisarme, si la encontraban...pero sin darme mayor explicación, por no ser familiar
La habían encontrado,la llevarían al hospital.
A posteriori me enteré de lo sucedido: la policía no pudo entrar, por tener puerta blindada de seguridad. Hubo que llamar a los bomberos, y estos montar la escalera y acceder por el balcón.
La encontraron en el baño, sin sentido, desnuda y sucia...¿Cuántos días ha estado sin conocimiento.?¿ Qué le pasó.?
Hace ya una semana que está en el hospital, y mañana me dejarán verla, dicen los médicos que está desorientada, pero está aquí !! Y eso me alegra profundamente.
MAITE HERNÁNDEZ.
Primera persona
No siento correr los días, no. Discurren como yo misma, sin pena ni afanes ni gloria. No veo el objetivo, he perdido todas las gafas, las de cerca y las de lejos. Mi cristalino y mi retina me han sumido en la oscuridad total.
Tercera persona
Ya no sentía correr los días. Discurrían, como ella misma, sin pena ni afanes ni gloria. ¿Dónde estaba su objetivo?Imposible que lo viera, ya no encontraba sus gafas, ni de cerca ni de lejos. Sus ojos la habían sumido en la total oscuridad.
Miren de Verástegui
El golpe 1
Me levante de golpe del sillón y casi caí al suelo, había oído un ruido fuerte en la calle y al asomarme a la ventana, vi dos coches que habían chocado, la curiosidad me decía que bajara a ver que pasaba pero no conocía ninguno de los dos coches, así que me volví a mi sillón y subí el volumen de la tele
el golpe 3
Desde la cocina vi como se levantaba del sillón, todo acelerado que casi se cae al suelo, corrió hacia la ventana, que pasa le pregunte, nada que he oído un golpe y son dos coches que han chocado voy a ver. Que oído mas fino tienes para lo que quieres anda Antonio no seas cotilla, vuelve al sillón y baja la tele
Juan Miguel Lopez
Viaje especial (relato en 1ª persona)
Artemis II va a realizar un viaje espacial a la Luna en una nave tripulada por cuatro astronautas. Es una misión exploratoria de la superficie lunar con una duración de 10 días.
Con mis ahorros y mucha suerte he conseguido una tarjeta de embarque. En el interior de la nave, comparto con otros 6 pasajeros un pequeño habitáculo, en el que se encuentran 7 sillones-cama ergonómicos con sistema de sujeción y mesa incorporada, tres baños y una nevera con bandejas de comida envasada. Frente a nosotros varios “ojos de buey” a modo de ventanas nos comunica con el exterior. Desde la cabina de control recibimos mensajes a través del intercomunicador.
Al despegar, un ruido ensordecedor y fuertes vibraciones sacuden nuestros cuerpos. Emoción, palpitaciones y asombro se entremezclan en una experiencia única. Vislumbramos la Tierra como una gran esfera azul que va reduciéndose de tamaño flotando en la oscuridad del espacio. Entre esa oscuridad y la luz solar navegamos durante 3 días, hasta que oímos la voz de uno de los astronautas:
—Vamos a alunizar, pero... ¡NO ESTAMOS SOLOS!.
Amparo Peris
10 Nov 2025
BENDITO SÉPTIMO ARTE
La luz de la pantalla me envuelve, me hundo en la butaca y siento el hormigueo de siempre, esa sensación de pasar a otro mundo a otras vidas. Durante dos horas me olvidaré de mí, de mi frustración, de mi angustia. Nuestras discusiones, cada vez más frecuentes, me hacen presagiar un final, algo que nunca imaginé que nos pudiera pasar, a nosotros no. Después de tantos años rodeada de voces la soledad me asusta. Pero ya volveré a mi vida cuando acabe de vivir estas otras.
La luz de la pantalla la envolvió, se hundió en su butaca y sintió el hormigueo de siempre, esa sensación de pasar a otro mundo a otras vidas. Durante dos horas se olvidaría de ella, de su angustia y su frustración. Sus discusiones, cada vez más frecuentes, le hacían presagiar un final, algo que nunca había imaginado que les pudiera pasar a ellos. Después de tantos años rodeada de voces la soledad le asustaba. Pero ya volvería a su vida cuando acabara de vivir estas otras.
Ana Rodríguez
A Rosa le extrañaba que su amiga Isabel,no acudiera a clase.Ella era muy puntual y muy estricta con sus horarios.Habia que averiguar, que podía haberle sucedido.En el Ateneo,dijeron que por allí,tampoco había aparecido Había que llamar,pues a la Policía.Asi lo hizo,y se quedó a esperar.Segun una vecina, la policía,no pudo entrar en su casa,por el blindaje de la puerta.Tuvieron que avisar a los bomberos, y estos con su escalera,entraron por el balcón.
Rosa,estaba nerviosa,cuando la llamó la policía,¿ Habían encontrado a Isabel?¿ y en qué estado?
Según le dijeron,la encontraron en el baño,echada en el suelo,sin conocimiento.Seguramente llevaba un par de días.La llevaron al hospital.
Sus parientes,esperan que cuando se recupere,les cuente que recuerda .
A veces la vida,te da la sorpresa, de regalarte más vida!
Maite Hernández
ADVERSIDADES
/Narrador en 1ª persona/
Coloqué mi mano sobre la frente de mi hija. «Parece que ya no tienes fiebre, cariño», le dije. Cenamos juntas, bromeamos.
Comprobé que la niña se había dormido, abrazada a su Barbie favorita. Le dejé un teléfono móvil sobre su mesilla de noche. Se me hacía tarde, me apresuré, descolgué el bolso y la chaqueta del perchero de la entrada y salí de casa, bajando las escaleras de dos en dos.
Antes de iniciar mi jornada en el disco-pub, envié un audio a mi compañera de piso: «Gladys, he tenido que dejar a Melissa sola, durmiendo. ¿la podrás vigilar? Mi jefe me ha amenazado con despedirme, si no me incorporaba de inmediato».
Sobre las dos de la madrugada, vi entrar en el pub a dos hombres corpulentos, uniformados, que se dirigían a la barra:
─ Buscamos a Valentina María Oliveira
─ Soo…soy yo. ─Balbucí.
─Ha de acompañarnos a comisaría.
─¿A comisaría? ¡No he cometido ningún delito! ¡Tengo una hija! ─ repliqué angustiada.
─De eso se trata, de su hija.
─ ¡¿De mi hija?! ¡¿Le ha pasado algo?!
─ No, tranquilícese, por favor. En comisaría se lo explicarán todo.
Aquella noche mi hija, Melissa, se despertó y su llanto alteró la ligera vigilia del vecino de abajo, quien, al ser la una de la madrugada, decidió avisar a la policía.
─ ¡Policía, abran la puerta!
Mi hija, muy asustada, abrió, desobedeciendo mis consejos, yo siempre le advertía que no tenía que abrir a nadie. En ese mismo momento, se abrió la puerta del ascensor y apareció Gladys, quien me dijo que Melissa, con ojos llorosos y abrazada a su Barbie, corrió hacia ella, agazapándose tras sus piernas.
─ No insista, tenemos que llevárnosla. ¡Es el protocolo!
─Abandoné mi país, en busca de una vida mejor, y aquí me encuentro, enmarañada en otro laberinto, el de la tiranía de la legalidad, con apariencia de justicia, que ignora las adversidades de la vida. ─Respondí al interrogatorio del sargento.
María Ángeles Martínez_noviembre 2025
ADVERSIDADES
/Narrador en 3ª persona/
Valentina colocó su mano sobre la frente de su hija. «Parece que ya no tienes fiebre, cariño», le dijo. Cenaron juntas, bromearon.
Comprobó que su hija se había dormido, abrazada a su Barbie favorita y. le dejó un teléfono móvil sobre la mesilla de noche. Se le hacía tarde, y se dirigió con rapidez al perchero de la entrada, descolgó la chaqueta y el bolso y salió de casa, bajando las escaleras de dos en dos.
Antes de entrar en el disco-pub, donde trabajaba, envió un audio de móvil: «Gladys, he tenido que dejar a Melissa sola, durmiendo. ¿la podrás vigilar? Mi jefe me ha amenazado con despedirme, si no me incorporaba de inmediato».
Sobre las dos de la madrugada, entraron en el pub dos hombres corpulentos, uniformados, que se dirigieron a la barra:
─ Buscamos a Valentina María Oliveira
─ Soo…soy yo. ─Balbució la camarera.
─Ha de acompañarnos a comisaría.
─¿A comisaría? ¡No he cometido ningún delito! ¡Tengo una hija! ─ Replicó angustiada.
─De eso se trata, de su hija.
─ ¡¿De mi hija?! ¡¿Le ha pasado algo?!
─ No, tranquilícese, por favor. En comisaría se lo explicarán todo.
Aquella noche Melissa, su hija, de corta edad, se despertó y su llanto alteró la ligera vigilia del vecino de abajo, quien, al ser la una de la madrugada, decidió avisar a la policía.
─ ¡Policía, abran la puerta!
Melissa la entreabrió, se frotaba los ojos con una mano, mientras con la otra abrazaba a su Barbie. En ese momento, se abrió la puerta del ascensor y apareció Gladys, la niña corrió hacia ella, agazapándose tras sus piernas.
─ No insista, tenemos que llevárnosla. ¡Es el protocolo!
─Abandoné mi país, en busca de una vida mejor, y aquí me encuentro, enmarañada en otro laberinto, el de la tiranía de la legalidad, con apariencia de justicia, que ignora las adversidades de la vida. ─Respondió Valentina al interrogatorio del sargento.
María Ángeles Martínez _noviembre 2025
GRIETAS PROFUNDAS
Cuando despertó, la taza seguía rota sobre la mesa.
El borde astillado le devolvía un reflejo triste, como si también recordara.
Entonces volvió a aquella mañana de lluvia: ella, de pie junto a la ventana, sosteniendo esa misma taza azul. Discutieron por una tontería, algo sobre las llaves, o quizá el silencio. Después, un gesto brusco, el golpe seco contra el suelo, el café derramándose como una sombra. Ella se fue cerrando la puerta con suavidad, lo que dolió aún más que el portazo que esperaba.
El sonido del reloj lo devolvió al presente.
La taza seguía rota sobre la mesa.
Tomó los trozos con cuidado y trató de unirlos, inútilmente.
Marina Pérez Gutiérrez
LA CONSIGNA
Ofelia llegó a la estación central de trenes, a primera hora de la mañana.
Su porte altivo y su esbelta figura impresionaron a un señor, de mediana edad,
con aspecto estrafalario, sentado en un banco de la sala de espera. La joven se
dirigió a la consigna de equipajes para depositar su maleta, su tren tardaría horas
en salir.
Mientras tomaba un café en una cafetería de la sala de espera, observaba,
embelesada, el trasiego de pasajeros, acelerados, arrastrando maletas,
mochilas… ¿Qué llevarán en esos voluminosos equipajes? ─ se preguntó en voz
alta.
─ ¿Cómo dice? ─La abordó un señor, de mediana edad, sentado en la
mesa contigua, con aspecto estrafalario y, una riñonera de nylon, deshilachada,
sobre su hombro, que le preguntó: ¿sabe dónde se encuentra la consigna de
equipajes?
─Al fondo, a la izquierda ─respondió Ofelia con acritud, apurando el café
y marchándose, dejando una mochila sobre la silla. El caballero, diligente, corrió
tras ella, pero había desaparecido entre la multitud.
Horas más tarde, la joven acudió a la consigna para recoger su maleta.
Pero ¡maldición!, la maleta había desaparecido de la taquilla. Ante la disyuntiva
entre presentar denuncia o subir al tren, optó por la segunda. Apresuró el paso,
el tren estaba a punto de partir. Acomodada en su asiento y con el ritmo cardíaco
más sosegado, miró hacia la ventanilla y ¡oh, un señor, de aspecto estrafalario,
arrastraba su maleta por el andén! ¿O no era su maleta? El tren inició la marcha.
María Ángeles Martínez_noviembre 2025
Inicio cambiante (Propuesta para el miércoles 26 de nov. de 2025)
Escribe un microrrelato que empiece con alguna de las técnicas de inicio que hemos estudiado el pasado miércoles 19. Después lo escribes de nuevo cambiando el principio usando otro tipo de inicio diferente. [Que sea breve, cortito]
Luctuoso suceso
El luctuoso suceso ocurrió sobre las nueve y media de la noche de ayer, según testigos presenciales, en el paso a nivel que separa Alfafar de Sedaví, un cruce polémico y mortal que acapara una larga lista de fallecimientos en los últimos cuarenta años.
El cadáver, cuya identidad no ha podido ser confirmada hasta el momento, fue retirado del lugar tras las pertinentes diligencias judiciales. La plataforma por el soterramiento de las vías entre ambas poblaciones ha anunciado nuevas movilizaciones de protesta. Cabe recordar, además, que este paso a nivel fue un punto ferroviario muy crítico durante la Dana del 29 de octubre del año pasado; las vías y los muros que lo limitan actuaron como una barrera que obstaculizó el flujo del agua hacia l'Albufera.
Día nefasto
Fue un día nefasto para ella, todo lo que podía haber ido mal resultó incluso peor de lo esperado, el último resquicio para la esperanza se desvaneció con las sombras de la noche. Regresaba hacia su casa por el mismo camino tan trillado y esta vez, de repente, todo le resultó ya definitivamente insoportable. No estaba dispuesta a aguantar más.
El cadáver, cuya identidad no ha podido ser confirmada hasta el momento, fue retirado del lugar tras las pertinentes diligencias judiciales. La plataforma por el soterramiento de las vías entre ambas poblaciones ha anunciado nuevas movilizaciones de protesta. Cabe recordar, además, que este paso a nivel fue un punto ferroviario muy crítico durante la Dana del 29 de octubre del año pasado; las vías y los muros que lo limitan actuaron como una barrera que obstaculizó el flujo del agua hacia l'Albufera.
Paco Bolea (24-XI-25)
Inicio con una frase que despierta curiosidad
Habíamos salido del trabajo todos juntos y al llegar al bar a tomar unas cañas Raúl no aparecía, todos empezamos a preguntar ¿no ha bajado contigo en el ascensor?, si, pero al llegar al patio se ha entretenido con el portero y lo he perdido de vista, pensaba que vendría con el segundo grupo. Paso mas de una hora hasta que apareció Raúl -Donde te habías metido- preguntamos todos a la vez, con una voz de haber tomado alguna copa ya, nos dijo que se había encontrado con los de la oficina vecina, le dijeron de ir a tomar una copa y le supo mal decir que no y se metió en otor bar hasta que vio la hora que era y salió corriendo a buscarnos.
Inicio con un recuerdo que plantea interrogantes
Mi madre siempre me decía Raúl no seas tan despistado y aprende a decir que no alguna vez, por eso siempre me pasaba alguna cosa como el otro día al salir del trabajo, quedamos todos para ir a tomar unas cervezas al bar de siempre y al bajar con los compañeros en el ascensor me quede hablando con el portero y bajaron los de la oficina de al lado, me dijeron si iba con ellos a tomar una copa y me fui, cuando mire el reloj vi que hacia mas de una hora que se habían ido mis compañeros al bar de siempre, me fui corriendo y con un par de copas de mas y cuando llegue me montaron el pollo como era normal
Juan Miguel López
“EL TRASLADO”
1.- Inicio con un recuerdo que plantea interrogantes.
Vendió los muebles, vació armarios, regaló muchas cosas y al atardecer, salió de la casa cerrando la puerta para siempre.
Lo había decidido por varios motivos. Tenía que cambiar el escenario que le rodeaba y todo aquello que pudiera devolverle recuerdos de su vida anterior.
La sorpresa fue ver en la calle esas dos sillas que parecían hablarse y que nadie se había llevado. Las que fueron testigo de muchos momentos difíciles, que escucharon tantas confidencias y palabras de apoyo.
A esas no pudo abandonarlas… se las quedó.
2.- Inicio retrospectivo
Lo había decidido por varios motivos. Tenía que cambiar el escenario que le rodeaba y todo aquello que pudiera devolverle recuerdos de su vida anterior.
Vendió los muebles, vació armarios, regaló muchas cosas y al atardecer, salió de la casa cerrando la puerta para siempre.
La sorpresa fue ver en la calle esas dos sillas que parecían hablarse y que nadie se había llevado. Las que fueron testigo de muchos momentos difíciles, que escucharon tantas confidencias y palabras de apoyo.
A esas no pudo abandonarlas… se las quedó.
PEPA GÓMEZ
¿Es posible?
¿Existen empresas de Inteligencia Artificial que, por unos miles de euros, resucitan digitalmente a los muertos? Me planteo si me gustaría volver a poder oír su voz, conversar con ella de nuevo, vivir un simulacro de conversación, no olvidarla. La recuerdo con mucho amor hacia todos, aunque no sabía cómo demostrarlo. Como todas las de su generación, nunca parecía cansarse de hacer cosas por los demás. Protegía demasiado, prefería tenerte controlada a dejarte escapar. No le gustaba que de pequeña repitiera que me iría de casa cuando fuera mayor. Temía que mis aventuras me llevaran demasiado lejos. Y así fue.
Sí, es tentador recuperar su voz, pero creo que será mejor no hacerlo.
Nostalgia
Los domingos eran maravillosos, desayunábamos todos juntos, tortitas fritas y chocolate espeso. ¡Siempre cocinó muy bien! Casa es cocina y ahora mi casa huele igual que su cocina. Estoy muy nostálgica. El otro leí que existen empresas de Inteligencia Artificial que, por unos miles de euros, resucitan digitalmente a los muertos. Me planteo si me gustaría volver a poder oír su voz, conversar con ella de nuevo, vivir un simulacro de conversación, no olvidarla.
La recuerdo con mucho amor hacia todos, aunque no sabía cómo demostrarlo. Como todas las de su generación, nunca parecía cansarse de hacer cosas por los demás. Protegía demasiado, prefería tenerte controlada a dejarte escapar. No le gustaba que de pequeña repitiera que me iría de casa cuando fuera mayor. Temía que mis aventuras me llevaran demasiado lejos. Y así fue.
Sí, es tentador recuperar su voz, pero creo que será mejor no hacerlo.
Rosa Albero
LA EXPLOSIÓN.
Inicio impactante o emotivo.
¡Bum! ¡Piiii¡l polvo, sombras, olores ¿Qué estaba pasando? Empecé a cruzarme con personas ensangrentadas, a oír lloros, gritos, llamadas sin respuesta. Trataba de recomponer mi uniforme y la vi en el suelo, con el muñón intentaba ponerse su hiyab, miraba con incredulidad y miedo. Fui a ayudarla. A lo lejos un hombre corría, se giró y en sus ojos oscuros apareció un atisbo de vergüenza y culpa. Tiró el detonador a las vías y siguió corriendo. A lo lejos comenzaron las sirenas.
Inicio descriptivo.
La estación estaba repleta de una variopinta humanidad. Por estatus, gustos, religiones, edades, estilos, se podía hacer montones de clasificaciones. La explosión me sorprendió, me dejó sordo y apenas veía. Empecé a cruzarme con personas ensangrentadas y poco a poco a oír lloros, gritos, llamadas sin respuesta. Trataba de recomponer mi uniforme y la vi en el suelo, con el muñón intentaba ponerse su hiyab, miraba con incredulidad y miedo. Fui a ayudarla. A lo lejos un hombre corría, se giró y en sus ojos oscuros apareció un atisbo de vergüenza y culpa. Tiró el detonador y siguió corriendo. A lo lejos comenzaron las sirenas.
Ana Rodríguez
INICIO CIENTÍFICO O SEUDOCIENTÍFICO
Un día, sin saber por qué, el planeta Tierra dejó de girar sobre su propio
eje. Se encontraba en el solsticio de verano en el hemisferio norte y en
invierno en el sur, y, aunque no dejó de girar alrededor del sol, la
situación se presentaba apocalíptica. Nadie, ni medios de comunicación,
ni ninguna autoridad científica había previsto esta situación
incomprensible. Pronto la humanidad empezó a comprar víveres como
posesos, y cuando ya no fue posible asaltaba todo lugar donde
pensaban que pudiesen encontrar algo que llevar a la boca. Los que se
encontraban expuestos a un sol tórrido morían abrasados por el calor, y
los que no veían la luz morían congelados. Un día, sin saber por qué, el
planeta volvió a rotar sobre sí mismo, pero para entonces solo unos
pocos pudieron sobrevivir a semejante catástrofe natural. En los libros
de Historia aparecería como una extinción masiva más en el planeta
Tierra.!Cuán frágil es la vida¡.
INICIO PERIODÍSTICO
Todos los medios de comunicación, prensa escrita y digital, radio,
televisión y redes sociales, traen hoy una sola noticia: la Tierra ha
dejado de girar sobre sí misma. La saturación de información es tal que
ha colapsado el mundo digital, y el único medio que sigue emitiendo
noticias sobre tal sorprendente hecho es la radio con pilas.El caos es
total, la gente de todo el mundo ha entrado en un estado de shock y de
pánico. Nadie sabía nada sobre un hecho tan apocalíptico. Los
científicos desconocian las causas y la vida se había detenido de
repente. El planeta se encontraba,una vez más,en riesgo de extinción.
Pedro Llopis
EL QUE PUEDA, QUE HAGA
—Me quiero morir— repetía Carmen, día tras día, apenas Tica cruzaba la puerta.
Sin embargo, esa tarde, todo era diferente. Su oncólogo había dictado sentencia y, desde ese instante, su cerebro repetía, machaconamente, aquella consigna escuchada:” el que pueda, que haga”.
—Mamá, ya es la hora—dijo Tica. Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando la besó y, mientras susurraba “te quiero” al oído, posó su mano sobre aquella querida boca marchita hasta sentirla expirar.
—Pronto estaremos juntas, pude hacerlo y lo hice—murmuró Tica con resolución, desde el umbral de la puerta.
Inma Sierra
RESOLUCIÓN: EL QUE PUEDA, QUE HAGA
Hacía días que temía aquella visita y cuando su oncólogo le dijo que apenas le quedaban unos meses de vida, Tica supo que había llegado el momento de la despedida.
Aquella tarde acudió a visitar a su madre como todos los días. Pero hoy, un escalofrío recorrió su cuerpo cuando la besó y, mientras susurraba “te quiero” al oído, posó su mano sobre aquella querida boca marchita hasta sentirla expirar.
Desde el umbral de la puerta su cerebro repetía, machaconamente, aquella consigna escuchada:” el que pueda, que haga”.
Primera opción
Quizá sospeches que ya he perdido la cabeza, que mi actitud no encaja con la idea que tienes de mi. No te reprocharé nada. Simplemente, escucha mi relato hasta el final.
Era una vecina ejemplar, educada, amable y afable. De honda discreción y pocas palabras. El silencio y la paz reinaban alrededor de ella. Nadie sabía nada de su vida.
Aquel día oímos golpes en su puerta. La policía insistía, hasta que derribaron la puerta. En cada una de las habitaciones, un cadáver, embalsamado con primor, dormía el sueño eterno.
Segunda opción
Los golpes de aquel día, aporreando la puerta de mi vecina, quedaron grabados para siempre en mi memoria.
Era una vecina ejemplar, educada, amable y afable. De honda discreción y pocas palabras. El silencio y la paz reinaban alrededor de ella. Nadie sabía nada de su vida.
Aquel día oímos golpes en su puerta. La policía insistía, hasta que derribaron la puerta. En cada una de las habitaciones, un cadáver, embalsamado con primor, dormía el sueño eterno.
Miren de Verástegui
INICIO CON UNA FRASE QUE DESPIERTE CURIOSIDAD
“La vida no siempre es grata Macelo”
Ese día la frase de mi abuelo resonó en mi cabeza como una sentencia firme. En aquel momento solo hubiese necesitado un abrazo fuerte.
INICIO CON UNA INTROSPECCIÓN O PENSAMIENTO
Al verlo allí sentado en su viejo sillón de cuero temí contárselo, pero ¿cómo no iba a hacerlo? El coche estaba hecho añicos y su perro, Camba había muerto.
Él solo me dijo. “La vida no siempre es grata Marcelo”
Me sentí tan mal que hubiese preferido haber muerto.
Esperanza
SIN SENTIDO, O NO?
1. Inicio con una frase que despierte curiosidad
La carta llegó sin remitente, pero tenía mi nombre escrito con mi propia letra. Dentro, un mensaje breve: “No salgas de casa hoy”.
Miré por la ventana. Todo parecía normal. Ignoré la advertencia y salí.
Dos calles más adelante, un hombre me empujó para esquivar un auto que se subió a la acera. Jadeante, vi cómo el vehículo chocaba contra un poste.
En el suelo, junto a mí, había un sobre idéntico al que recibí en casa. Lo recogí con manos temblorosas.
Esta vez, el mensaje decía: “Te dije que no salieras”.
2. Inicio con una escena de acción o tensión
El auto se subió a la acera a toda velocidad. Un hombre me empujó justo a tiempo y caí al suelo, jadeando. El vehículo se estrelló contra un poste.
Aún aturdida, vi un sobre junto a mí. Lo reconocí al instante: era idéntico al que había recibido esa mañana, sin remitente y mi nombre escrito con mi propia letra. Decía: “No salgas de casa hoy”.
Con manos temblorosas, lo abrí.
El mensaje era breve, pero helado: “Te dije que no salieras”.
3. Inicio poético
El viento susurraba advertencias que no supe escuchar. La mañana tenía un aire extraño, como si el mundo contuviera la respiración.
Sobre la mesa, un sobre sin remitente. Mi nombre, escrito con mi propia letra. Dentro, un mensaje breve: “No salgas de casa hoy”.
Ignoré la advertencia. Dos calles después, un auto irrumpió en la acera. Un desconocido me empujó a tiempo.
En el suelo, temblando, encontré otro sobre idéntico. Lo abrí con el corazón desbocado.
En el interior un mensaje: “Te dije que no salieras”.
Marina Pérez Gutiérrez
TRIFULCA EN LOS MULTICINES (Inicio con una sentencia de carácter universal))
Miguel Ángel Albero
Dios los cría y ellos se juntan, y por lo visto también los sienta juntos cuando van al cine. Menos mal que éramos cuatro gatos en la sala. En pantalla “Muerte en Venecia” intentaba conmovernos con su elegancia decadente, pero aquellos dos energúmenos andaban a puñetazos totalmente ajenos a las distinguidas normas del marqués de Queensberry.
Todo empezó con el crunch, crunch del que entró a la sala con una generosa ración de palomitas. La verdad es que el tío era ruidoso. Desde mi butaca hasta le oí tirarse un pedo. Tal vez fue por esto último cuando el otro, que estaba dos asientos a su izquierda, le dijo molesto y con retintín:
— ¿Qué? ¿Acabamos ya?
A lo que con una elegancia exquisita contestó:
— Anda y que te den por el culo.
Tres o cuatro frases de similar grado de refinamiento dieron rienda suelta a sus impulsos. Yo no sabía si ir a separarlos o qué, pero viendo lo brutos que eran preferí quedarme en mi butaca como si no pasara nada. Cuando decayó el altercado todavía quedaba un buen trozo de película. Aún así los contendientes permanecieron en sus butacas obstinadamente hasta el final para no doblegarse ante su adversario por un primitivo sentido de territorialidad; y eso que seguramente ya habrían perdido definitivamente el hilo argumental. Además, no creo que Visconti fuera muy del agrado de ellos.
A la salida caí en la cuenta. Me da a mi que no uno de ellos, sino los dos, debieron confundirse de sala porque en la de al lado había acabado poco antes una de Chuck Norris. Sí, eso tuvo que ser.
TRIFULCA EN LOS MULTICINES (Inicio con un diálogo impactante)
Miguel Ángel Albero
— ¿Qué? ¿Acabamos ya? —Una voz se escuchó en la sala de cine.
— Anda y que te den por el culo. —Contestó el que se sentaba dos butacas a su derecha con una elegancia exquisita.
Tres o cuatro frases de similar grado de refinamiento dieron rienda suelta a un festival de puñetazos totalmente ajenos a las normas del Marqués de Queensberry. Yo no sabía si ir a separarlos o qué, pero viendo lo brutos que eran preferí quedarme en mi butaca como si no pasara nada.
Menos mal que éramos cuatro gatos en la sala. En pantalla “Muerte en Venecia” intentaba conmovernos con su elegancia decadente si no fuera por el numerito que estaban dando esos dos. Todo empezó con el crunch, crunch del que entró a la sala con una generosa ración de palomitas. La verdad es que el tío era ruidoso. Desde mi butaca hasta le oí tirarse un pedo.
Cuando decayó el altercado todavía quedaba un buen trozo de película. Aún así los contendientes permanecieron en sus butacas obstinadamente hasta el final para no doblegarse ante su adversario por un primitivo sentido de territorialidad; y eso que seguramente ya habrían perdido definitivamente el hilo argumental. Además, no creo que Visconti fuera muy del agrado de ellos.
A la salida caí en la cuenta. Me da a mi que no uno de ellos, sino los dos, debieron confundirse de sala porque en la de al lado había acabado poco antes una de Chuck Norris. Sí, eso tuvo que ser.
LA FOTO ROBADA 1
Dicen que el que la sigue la consigue
Esa tarde Rodrigo, psicólogo aficionado a la fotografía, consiguió la imagen esperada: una mano femenina acariciándose el pecho.
Durante un año tomó fotografías reflejando todo tipo de emociones (mayormente en la calle) de gente extrovertida, feliz, positiva, y su reverso (que costaban más). La dificultad era captar frustración, asco, humillación…. Algo que le llevó a sacar fotos de la intimidad de sus vecinos. Podía decirse que coleccionaba actitudes, más que personas: una mano crispada, mueca de dolor, espalda encorvada… o una mano que hace posible un deseo insatisfecho.
Sonó el timbre. Al abrir solo encontró un sobre con su propia imagen, oculta tras la cámara.
Sintió vergüenza.
LA FOTO ROBADA 2
Ahí estaba ¡por fin! Era una buena imagen, sutil, erótica.
Por fin Rodrigo, psicólogo aficionado a la fotografía, conseguía captar la escena buscada; una mano femenina acariciándose el pecho. Llevaba tiempo tomando fotografías, mayormente en la calle, reflejando todo tipo de emociones; de gente extrovertida en actitudes felices y todo lo contrario, más costoso, como el enfado. La dificultad era fotografiar emociones más complejas: frustración, asco, humillación…. Esta obsesión le llevó a capturar con su teleobjetivo momentos de la intimidad de sus propios vecinos de escalera y de edificios cercanos. Podría decirse que coleccionaba trozos, más que personas completas: mano crispada, mueca de dolor, espalda encorvada, puño cerrado etc.
Sonó el timbre. Abrió. No había nadie; solo encontró un sobre en el suelo. Dentro la mejor imagen para su catálogo; su propio retrato oculto tras la cámara.
Fina Rivas
PENSAMIENTO
Antes de dejarse llevar por la suave y plácida espiral que produce la anestesia cuando, al empezar a circular por las venas, conduce de la consciencia a la inconsciencia profunda, pronunció en voz alta el siguiente deseo: cuando me recupere voy a conocer las auroras boreales. Para vencer el miedo imaginó que el techo del quirófano era como un cielo lleno de ráfagas de colores verdes que bailaban a su alrededor. Se recuperó pero nunca pudo cumplir su deseo.
TENSIÓN
Estaba sobre la camilla del quirófano y sintió el terror a ese momento en el que la anestesia transporta de la consciencia a la inconsciencia profunda. A pesar de esa desagradable sensación, lo intentó decir pero las palabras no salieron de su boca: cuando me recupere voy a conocer las auroras boreales. Para vencer el miedo se imaginó que el techo del quirófano era como un cielo lleno de ráfagas de colores verdes que bailaban a su alrededor. Se recuperó pero nunca pudo cumplir su deseo.
M. Ángeles Núñez-Flores
SESIÓN VI
Avanzaba el día y nunca se ponía el sol, aunque el reloj seguía marcando las horas.
Se subió al tren y no hablo con nadie. Los recuerdos se le agolpaban en su mente, incapaz de ordenarlos. Había vivido algo tan increíble que ni ella podía dar crédito a lo sucedido durante esa jornada. Tal vez fuera parte de un sueño del que aún no se había despertado.
- - - - - - - - - - - -
Desde que podía recordar, nunca se había sentido así de abrumada.
Se subió al tren….
Inma Álvarez Monreal
El regreso (Flashback e inicio desconcertante)
El camino hacia nuestra vieja casa era tal como lo recordaba, salvo por el detalle de que cada árbol parecía inclinarse para mirarme pasar. La casa seguía allí, detenida en el tiempo, como si hubiera contenido la respiración durante años. Nada había cambiado y, sin embargo, todo era distinto.
Apenas crucé la puerta escuché mi risa infantil resonando en el pasillo, aunque yo no había vuelto desde que cumplí 12 años. Me dirigí a la cocina y al dejar las llaves en la mesa, observé los cuencos y platos de cerámica que adornaban las estanterías cerca de los fogones y que tantas veces nos acompañaron en comidas y reuniones familiares. Luego avancé hacia la que fue mi habitación. Allí estaba aún la ventana por donde cada mañana entraba el sol y dibujaba grandes rectángulos en el suelo, que aprovechaba para jugar al “sambori”.
El recuerdo se desvaneció y quedé sola, en el mismo lugar, pero con años de distancia entre mi sombra y aquella infancia.
Respiré hondo. Salí y cerré la puerta con suavidad. Mientras me alejaba, comprendí que no volvemos a los lugares, sino a las personas que fuimos en ellos.
Amparo Peris
El regreso (Flashback e inicio que rompe la cuarta pared)
Si vas a seguir escuchándome, tendrás que aceptar venir conmigo hasta mi antigua casa de la infancia, porque en este relato no pienso caminar sola.
La casa se encuentra en el mismo lugar, detenida en el tiempo, como si hubiera contenido la respiración durante años. Nada ha cambiado y, sin embargo, todo es distinto.
Apenas cruzo la puerta, el olor a madera húmeda me envuelve como un abrazo. Me dirijo a la cocina y al dejar las llaves en la mesa, observo los cuencos y platos de cerámica que adornan las estanterías cerca de los fogones y que tantas veces nos acompañaron en comidas y reuniones familiares. Luego avanzo hacia la que fue mi habitación. Allí esta aún la ventana por donde cada mañana entraba el sol y dibujaba grandes rectángulos en el suelo, que aprovechaba para jugar al “sambori”.
El recuerdo se desvanece, pero con años de distancia entre mi sombra y aquella infancia.
Respiro hondo. Salgo y cierro la puerta con suavidad. Mientras me alejo, comprendo que no volvemos a los lugares, sino a las personas que fuimos en ellos.
¿Has vivido una experiencia semejante?
Amparo Peris
Pobre niño
Chuta, pásamela que yo también juego y la pelota es mía -tómala llorica- chuto tan fuerte que rompió el cristal de la ventana del vecino, todos se fueron corriendo y allí se quedo con la pelota en la mano. Bajo el vecino y le dio un bofetón, vamos a tu casa y el llorando -yo no he sido- su madre le dio otro bofetón y le dijo lo vas a pagar de tu hucha, te pasa por tonto y por ir con esos amigotes. Abrió los ojos, le caía la baba, que a gusto había dormido ¿pero porque siempre soñaba lo mismo?,
Juan Miguel López
SIN PENA NI GLORIA
Cada mañana, el mismo café, la misma taza, la misma prisa.
El reloj marcaba las horas con una precisión insultante.
Soñó una vez con huir, con empezar de nuevo.
Pero al día siguiente, el café volvió a estar caliente, la taza limpia, y la prisa esperándole en la puerta.
Nadie notó que ese día él no soñó.
Marina Pérez Gutiérrez
Trabajo Tomás sobre un principio de microrrelato copiado de una frase y un FINAL NOVEDOSO Frase inicial de “La mujer habitada” de Gioconda Belli
Frase: Su cuerpo se llenó de pájaros.
Deportado
Su cuerpo se llenó de pájaros y quiso levantar el vuelo al divisar la franja de tierra desplegada a sus pies, extensa y familiar. Viene del infierno, del desarraigo, de ser considerado menos que nada.
Una ráfaga de viento, le trae al niño que partió a las orillas del progreso y perdió a su hermana en la travesía. Ahora regresa con algunos tesoros en la mochila; la sudadera, las deportivas, incluso el móvil, el objeto más valioso entre sus pertenencias, pero, al mismo tiempo vuelve, con las huellas del sufrimiento sellado a fuego en sus ojos.
Ya no es el mismo, solo un hombre amargado por la realidad. A pesar del todo el lastre, puede volar hasta la orilla de su tierra natal. Con el ánimo del ave fénix que surge de sus cenizas.
APARO ROMERO
¡Me ninguneas!
¿Te qué…?
Sí, que me ninguneas, que no me haces ni maldito caso. Que actúas como si no existiera, que no cuentas conmigo para nada. Que no me comunicas ni las cosas que me afectan directamente. Que me tengo que enterar por medio de terceras personas. Que ya no te gusta salir conmigo. ¡Que soy el último mono en nuestra relación!
Oye, oye, ¡ para el carro! Te estás pasando. Que tú y yo no somos pareja. Ni siquiera somos amigos íntimos. Si no te digo algunas cosas es porque se me olvida o pienso que ya te las he dicho. O… incluso que ya las sabes!
Sí,¡ ahora soy adivino!”
Yo no digo eso. Además, ¡¡¡ Los perros ni son adivinos, ni hablan!!!
ROSARIO ESTELLÉS
LA CARAVANA
Mientras beben vodka y zumo de naranja en el aparcamiento de caravanas,una suave brisa llega desde el mar; el aroma de los pinos y el romero inunda el ambiente y ese conjunto de sensaciones agradables les proporciona un placer, hasta este momento soñado, pero ahora hecho realidad.
Tanto tiempo imaginando… ese deseo difícil de conseguir tras meses de paro y complicaciones. Finalmente allí estaban, hablando, riendo, sin prisas, disfrutando plenamente de la vida.
De pronto todo cambió. Sin apenas decir una palabra salieron corriendo hacia la carretera, al comprobar que por un sendero se acercaban los dueños de la caravana.
PEPA GOMEZ
Destino
Salió a correr temprano, como hacía todas las mañanas. Siguió el itinerario habitual, era su preferido, únicamente cuando entrenaba en compañía admitía otros recorridos, por aquello de no parecer desagradable. Sin embargo, hoy le parecía que algo anómalo flotaba en el ambiente: el sol no acababa de asomar, un hedor agrio llenaba sus fosas nasales y, sobre todo, el hecho completamente inusual de no haberse cruzado con nadie todavía le intranquilizó sobremanera. Pese a ello, intentó concentrarse y aceleró su ritmo acostumbrado.
La bruma cada vez se hizo más espesa, desdibujando los perfiles del paisaje. Estaba alcanzando la meta, llegó en primer lugar a su destino.
Paco Bolea (29-XI-25)
LA JAULA
No me extraña que se sientan inseguros ante tu sorprendente lucidez. Tienen miedo.
¿Dónde irán ahora que estás ocupado en razonamientos, lógica y sentido común; haciendo lo correcto, sin esperar a un mañana ideal?
Se han dado cuenta… saldrán volando de tu cabeza.
Fina Rivas
Black Fraude
Hugo había jurado que este año no caería en las trampas del Black Friday. Así que entró al centro comercial dispuesto a no comprar nada. ¬¬—Solo voy a mirar— se repitió.
Pocos minutos después llevaba una tele enorme que no cabía en su casa, un robot aspirador que no sabía utilizar y una yogurtera a pesar de que no toleraba la lactosa. El carrito pesaba y también su culpa.
La cola de la caja superaba los veinte metros. Hugo observó a su alrededor: rostros tensos, miradas impacientes y expresión de cansancio. Entonces pensó si realmente necesitaba todo aquello.
Tomó aire y decidió dejar el carrito cargado junto a una estantería. Satisfecho de haber cumplido con su propósito de no comprar, salió de la tienda. Sonó una alarma y un guardia se acercó a darle un ticket: –Señor, se le olvidó esto-–. Hugo lo cogió asombrado y leyó: “Gracias por participar. Su compra ha sido registrada y procesada automáticamente. No es necesario llevarse los productos”.
Amparo Peris
EL SUEÑO ETERNO
Rodeados por una oscuridad total y atrapados en una noche eterna,
amigos y familiares conversan despreocupados.
– Te acuerdas Dionisio cuando nos peleábamos por conquistar a la
Juani, cuantos mamporros nos atizamos, pero la moza lo valía.Que
guapa era, con unos grandes y luminosos ojos y siempre oliendo a
rosas. Al final se casó con el notario, y murió joven en un mal parto.
– Si quieres verla, creo que está a dos calles de aquí, pero no me hagas
mucho caso que la memoria me va fallando, y me oriento menos.
–Igual un día de estos me paso a verla, con el andador me costará un
poco más, pero creo que llegaré, seguramente la encontraré más
envejecida.
– Al que hace tiempo que no veo es a mi hermano Eustaquio.
– Hombre Tranquilino, como lo vas a ver si aun no esta por aqui, pero
no te preocupes, antes o despues lo podras ver.
– A la que veo más, a menudo, es a mi madre Concha, y después de
tantos años, aun me sigue regañando por ser un bala perdida. !Ya ves
tú qué maldades puedo yo hacer por aquí!, una partida a las cartas de
vez en cuando con los amigos de siempre y una copita para animarnos.
– Lo que más echo de menos es nuestro mar, de acantilados profundos
y el batir de las olas rompiendo rítmicamente sobre las rocas.
– Parece que esta noche vamos a tener un cielo estrellado.
– No sé, aquí siempre es de noche.
Y tras esta anodina conversación, unos se fueron a dormir, mientras
otros permanecían aún despiertos, en un hermoso y plácido cementerio,
con espléndidas vistas al mar.
Pedro Llopis
Tonterías pocas
Se hizo un tratamiento para la caída del cabello, no iba a llevar peluca y le molestaba especialmente su calvicie. Era directa en sus comentarios, pero nunca ofensiva. Iba rápido por la vida, tonterías pocas. Podía equivocarse y lo reconocía. Tenía muchísimos amigos. Participaba y se entregaba a las causas que le parecían necesarias. No le gustaban demasiado ni los besos ni los abrazos. Amaba a su familia y a sus amigos.
Cuando le diagnosticaron el cáncer pensó en su pelo:
—A este paso no lo conseguiré— dijo.
Gracias. Saludos
Rosa Albero
PASSOS DE MORT
1. Inici de crònica periodística.
El científic s’aventurà per les terres àrtiques de Groenlàndia en la recerca del monstre. Havia de matar-lo.
Una grossa capa de gel cobria la terra resseca i segellava porta i finestres de la petita barraca on s’havia refugiat. Perseguia l’ésser que li havia malmés la vida, però va quedar aïllat en mig del vòrtex polar sense poder avençar. En aquella llarga nit de sis mesos, se sentiren gossos i llops udolar i s’escoltaren queixar-se els rens. El terror tocà a la porta, però ell no va obrir. Es va arraulir en el més estret racó del refugi i va esperar que passara la nevisca i vinguera el dia. Quan va enfilar-se per damunt del cúmul de neu, unes enormes petjades s’allunaven de la porta i un rastre de sang les acompanyaven. El doctor Frankenstein va saber que la seua creatura el necessitava.
2. inici amb interrogació retòrica.
Cóm havia arribat tan lluny en la recerca? Per què el pur sentit moral l’espentava a destruir la seua obra?
Una grossa...
ALBERT AGULLENT
UNA PAREJA PERFECTA.
Miguel Ángel Albero
Se conocieron en un mitin de Aznar. A la salida adquirieron en un punto de venta un ejemplar de “La España en que yo creo” firmado de puño y letra por el mismísimo José María Aznar.
Compraron un piso en la Avenida Aragón, los muebles en el Corte Inglés y se casaron. Fue una pareja bien avenida. Los niños no llegaron, aunque según el vecino del 1ºB no fue porque no lo intentaran. Al menos hasta que se cansaron. Durante los diez años siguientes no pasó nada destacable.
Finalmente se divorciaron. Muchos se preguntaron cómo era ello posible. Nadie logró entenderlo. En cualquier caso, tampoco en esto tuvieron muchas discrepancias, salvo en quién se quedaría con el libro de Aznar.
Ilusión
Como todos los años, antes de Navidad, toda la familia, nos acercamos a la casa del pueblo.Es otro clima, hace frío, sin parar de echar leña a la chimenea, huele a chuletas, a chorizo, a risas, a música, a no parar de subir por las escaleras para sacar mantas de la buhardilla.Antiguamente, se guardaba el grano. Hoy hay arcones, armarios para la ropa, una gran estufa de leña y cómodos sofás, para los primeros que llegan. Los peques con almohadones y mantas, tumbados por el suelo.
Todos emocionados pensando en estos días:
_ iremos al pinar a por musgo, lleno de líquenes, piñas y todo lo que pueda valernos para el belén.
Los críos emocionados y los mayores, relajados, felices de saborear estos días, sin presión, charlando, sin prisa frente a la chimenea.
Pero, unos días antes de la marcha, mi marido por tfno:
_No hay pueblo.He aparcado el coche y ! No está!. Me han robado el coche. Estaba bien aparcado. Me voy a la comisaria!
No tenemos coche.No vamos al pueblo.No hay risas, ni chuletas..ni..
Mi hija , después de trabajar, se acerca por ese barrio, por ver, quizá si alguien ha visto algo.
: _ Mamá, Mercadona tiene dos puertas, y papá ha entrado por una y ha salido por la otra!
Me gustaba el título de : Advierto...pero tiene una connotación religiosa, que tampoco leva mal!
Maite Hernández
LA INTRIGA
Cada día, a la misma hora, alguien dejaba un sobre blanco en el banco más antiguo
del parque. El autor era anónimo, nadie lo había descubierto, parece que solía
dejarlo con las primeras luces del alba.
Olga, que pasaba por allí cada mañana, de camino al trabajo, empezó a
fijarse en aquel repetido gesto. El sobre parecía cerrado, sin ningún tipo de nombre,
signo o marca.
Un día, la curiosidad pudo más que la prudencia y Olga, atrapada por la
intriga, tras cerciorarse de que nadie merodeaba a su alrededor, se aproximó al
banco, respiró hondo y agarró el sobre, parecía vacío, pero no, percibió algo rugoso
al tacto; con pulso trémulo, lo desgarró, en su interior halló una nota: «No hay
enmienda sin venganza», junto a un emoticono con gesto iracundo. ¡Cabrón!,
pronunció con voz queda. Presa del pánico, empezó a correr y cruzó la calle de
manera precipitada. Olga no regresó.
M ANGELES
ESPEJISMO
Magui estaba disfrutando de un dia sin agobios de trabajo y sin llamadas inoportunas .Le encantaba la pintura y decidio tener “ un dia redondo” yendo de visita a un Museo.Una vez allí pudo ver “ las maravillas” que no había visto anteriormente.Al cabo de ciero tiempo se dejo caer en uno de los pocos asientos que había dentro del habitáculo.
De pronto vio como una mujer se reclinaba hacia ella y se sentaba a su lado.Magui la miro de reojo y seguidamente le hizo un “ retrato-robot: era de gran estatura , su cara estaba algo alterada o sea algo rojiza y su cabello lo llevaba recogido con una cola.Llevaba una chaqueta de color negro ,desabrochada ,que dejaba ver un sueter de color azul y algo de dejadez en el uso de la ropa interior.
Comenzo a hablar en voz alta, como dirigiéndose a alguien que pasaba por delante de ella , no le hacían mucho caso , se dirigio a Magui explicándole algo sobre lo que tenían enfrente .Poco a poco fueron viendo juntas las `pinturas restantes. Al parecer se “veian bien”
Salieron a la calle y como era ya el mediodía empezaron a buscar algún lugar para comer , encontrando uno que parecía acogedor.Al terminar lo que estaban degustando pagaron y seguidamente Magui oyo_ ¿Quieres que te lleve a casa?_ No _ contesto .Le parecio que iba al lavabo.
Espero , espero ,y espero ….pero ya no apareció.Penso “ quizá sea una pura imagen de la I A.”.
ALICIA GARCIA
El precio de la vanidad.
Le costó más que otras veces encontrar el atuendo perfecto. Estaba seguro de que deslumbraría. Iba absorto buscando su imagen en los escaparates. No vio ni el aviso ni la valla tumbada en el suelo. Y el asfalto se lo tragó.
Ana Rodríguez
Relajación
Cuando sale de casa aún lucen las luces del alumbrado en las aceras. Ya en la parada, comprueba que no llevaba el móvil. Vuelve a casa. En la carrera por alcanzar el bus pierde la bufanda, pero no se da cuenta. Diez minutos más tarde, arrollada, consigue entrar en el vagón. Pisotones y el codo asesino de una anciana sobrevolando sus ojos.
Parada tras parada, Mafalda cuenta los minutos; llega a su destino, hace la cola y compra la entrada.
En la última viñeta, Quino la dibuja viendo el concierto de Rosalía, tan ricamente, con un paquete de palomitas en la mano.
LLOPIS
Viernes
Cuando anoche entré en el bar, me sorprendió encontrar allí a mi amigo Germán, acodado en la barra con aire taciturno. No solía frecuentar ese garito y menos a esas horas, ya intempestivas. Me contó que atravesaba una mala racha; distintas cuestiones que no concretó le agobiaban tanto que se sentía profundamente amargado. “Quiero ahogar mis penas en alcohol”, me confesó. Así que me vi obligado, por mera solidaridad, a acompañarle y ahogarme yo también.
No recuerdo nada sobre cómo terminó la cosa, pero a juzgar por la borrasca que nubla mi cabeza ahora, la travesía debió ser procelosa, el naufragio absoluto. Alguna turbia marea me condujo hasta esta orilla desconocida. Sigo tumbado a unos metros del mar, sin fuerzas para incorporarme. A mis pies, sobre la arena, una botella de ron descabezada parece compadecerse de mi cuerpo hecho jirones. Me siento cual Robinson en la isla desierta. Pero creo recordar que hoy es viernes.
Paco Bolea (7-XII-25)
DESAPARECIDA
Un cazador ha encontrado un cadáver, en avanzado estado de
descomposición, en el bosque de los misterios. Los vecinos andan
alborotados, preguntándose de quién pueda ser. La policía y los equipos
de investigación están sobre el terreno,pero todavía no saben nada,
barajan una muerte accidental, un posible homicidio ocurrido hace
mucho tiempo, u otras hipótesis. Solo que se trata de una mujer joven,
pero dado su estado momificado, de momento, se hace imposible su
identificación, no llevaba documentación, solo han encontrado en su
cuello un collar antiguo. A Mauricio le asalta una intuición, y pide a la
policía que le muestre el collar. Lo que sospechaba se confirma, es el
mismo collar que le regaló su madre hace veinte años, cuando su hija
se marchó de casa por desavenencias familiares, y desde entonces no
han sabido nada de ella. A falta de pruebas más consistentes, él lo tenía
claro, ahora bien cómo y cuándo ocurrió el trágico suceso queda bajo
secreto del sumario.
Pedro Llopis
Un ruido
Se desperto y miró el telefóno para verla hora "ostras las cuatro de la tarde". No sabía muy bien que hacía todavía en la cama, cuando lo volvio a oir, era el ruido que venia de la cocina y lo había despertado, un arrastrar algo por el suelo y de pronto toc toc. No era una persona valiente y pensar que hubiera alguien en la casa le daba terror.
Se armo de valor y se levanto, se puso una camiseta y las zapatillas cogio una percha del armario y el cinturon y como un domador fue hacia la cocina. Ahi estaba, el aire que entraba por la puerta de la galeria empujaba la botella de wisky que se habia bebido por la noche. Ahora se explicaba que hacía en la cama a las cuatro de la tarde.
Juan Miguel Lopez
EL CRIMEN DE LORD DICKINSON
Miguel Ángel Albero
Desde el momento en que Lady Dickinson llamó a Hércules Poirot a investigar el crimen de su esposo tuve la absoluta certeza de que éste acabaría por descubrirme. Al término de sus pesquisas nos reunió a todos en la biblioteca de la mansión de los Dickinson. Yo no sabía ni cómo sentarme ni hacia dónde mirar para disimular mi agudo estado de agitación. Poirot, con su bigote impecable, acento francés y una vanidad tan pulida como sus zapatos, se dispuso a exponer sus argumentos haciendo gala de su reconocida precisión lógica e invocando a “las pequeñas células grises” que le orientaron a la conclusión.
El cianuro en la copa, el momento del crimen, el móvil, la oportunidad... Escuchaba el relato de mi propio crimen contado con una elegancia inmerecida. Pero de repente algo no me cuadró. Un detalle mal colocado cuya lógica era coherente con el resto de la narración, pero daba paso de forma inapelable a una nueva secuencia de hechos ajenos a lo ocurrido. Por lo visto, Poirot no cayó en la cuenta de que podría haber otra posibilidad, como de hecho sucedió.
Y entonces señaló a Trevor, el mayordomo, al que con voz solemne acusó del crimen. Sentí un alivio intenso, casi doloroso. Poirot había cometido un auténtico despropósito. Cuando se llevaron al pobre Trevor, sofocado y dando alaridos, todos los presentes aplaudimos a Poirot quien sonrió satisfecho. Una vez más se había hecho justicia.
MIGUEL A ALBERO
EN EL PARQUE…
Tarde otoñal de domingo, estación de Sants (Barcelona). Muy cercano a ella un austero parquecito donde los viajeros consumen el tiempo previo a su partida; tambien hay grupos de chavales matando las últimas horas del fin de semana.
Los bancos del parque son pocos, diseminados y además ciertamente incómodos. Hay mucho movimiento, gente que va y viene, que mira a su alrededor, casi siempre sin ver, ensimismada en sus pensamientos.
De pronto me fijo en ella, la veo en el lateral de un banco. Pasan por su lado, la miran, la mayoría de soslayo, con desconfianza, algunos con curiosidad, como con ganas de acercarse, pero al final nadie lo hace. Un niño de tres o cuatro años se aproxima a ella correteando, mas al instante aparece su madre y, con un gesto brusco, se lo lleva de allí.
Mientras observo pienso si alguien la echará de menos, si estará lamentando su ausencia; o quizá por el contrario nadie note su falta que incluso podría suponer una liberación. Me surgen preguntas:
¿Estará perdida? ¿Debería acercarme?. Pero no lo hago, no me atrevo.
Con un tremendo desasosiego entro en la estación para tomar mi tren, me acerco a la pareja de policias más cercana y les digo: “Hay una maleta abandonada en el parque”.
Angela Guiral Ripollés 9.12.25
EL PAISANO
Le insistió mucho antes de irse, ¡qué pesado estaba con el tema!
–Lola, por favor, trátalo como de la familia.
–Siii, no te preocupes, anda, vete ya.
–Es que el hombre no conoce a nadie y Manuel en la carta me dice que le cuesta hablar.
–Hombre, pues parece que hasta ahora se las ha apañado en el pueblo ¿no?
– ¿Qué dices? Si...
– Qué no te preocupes, anda que se te va a hacer tarde.
Pensó cómo mejor organizarse el día, tenía faena hasta las orejas. La costura se le iba acumulando, maldita máquina precisamente fallarle estos días. Bueno adelantaría con la compra y la comida. Las niñas ya habían llegado de la escuela cuando llamaron a la puerta.
–Buenas, señora, vengo…
– ¡Hola! No sabía a qué hora iba a llegar. Pero pase, pase, por favor.
–Muchas gracias señora. Muy amable.
– ¿Qué dice hombre? Encantada de echarle una mano. Aquí nos ayudamos todos.
Al hombre se le veía más despierto y hablador después de todo. Le dijo a una de las hijas que le pusiera un vasito de vino con unas aceitunas. El estaba encantado. Después de hablar del tiempo y del viaje, cosa que le extraño, pues le dijo que no había sido nada pesado, el silencio se colocó entre ellos; estaba dándole vueltas sobre que preguntarle del pueblo cuando él le dijo:
–Bueno es usted muy amable, pero ya me queda poco tiempo.
–Ah, pensé que se esperaría a mi marido.
– ¿A su marido?
–Claro ¿querrá conocerlo?
–Pues la verdad, no me hace falta.
–A ¿no? ¿Entonces no necesita nada?
–Si claro, que me indique dónde está la máquina de coser o no me dará tiempo a arreglarla.
Se quedó blanca, no sabía cómo explicarse. Le llevó a la habitación de costura y no volvió hasta cuando le dijo que había acabado. Se le hizo una eternidad hasta que pudo acompañarlo a la puerta de casa para despedirlo.
Ana Rodríguez
Vía 1: destino único
El domingo por la noche perdí el último tren a Valencia. Había visto que era a las 22:33 horas, pero el apeadero estaba vacío, casi a oscuras.
Me dije a mi misma que debía tomármelo con calma y pensar en que alternativas tenía, cuando oí el motor de un coche. Salí corriendo, agité mis brazos y grité a ver si me oía, pero el coche se fue sin verme. De nuevo el silencio.
Al acercarme de nuevo al apeadero, en el borde del andén donde no había nadie segundos antes, se alzaba una gran sombra, demasiado alta para ser humana, demasiado quieta para estar viva. Por el altavoz sonó una voz monótona anunciando: “Tren especial con destino único a Valencia va a iniciar su salida por vía 1”.
Un vagón antiguo, sin haber hecho ruido alguno se encontraba frente a mí. La puerta se abrió como un susurro. Tragué saliva, subí y al instante el vagón se iluminó por completo. No había sombras ni amenazas. El tren se puso en marcha.
Amparo Peris
Vía 1: destino único
El domingo por la noche perdí el último tren a Valencia. Había visto que era a las 22:33 horas, pero el apeadero estaba vacío, casi a oscuras.
Me dije a mi misma que debía tomármelo con calma y pensar en que alternativas tenía, cuando oí el motor de un coche. Salí corriendo, agité mis brazos y grité a ver si me oía, pero el coche se fue sin verme. De nuevo el silencio.
Al acercarme de nuevo al apeadero, en el borde del andén donde no había nadie segundos antes, se alzaba una gran sombra, demasiado alta para ser humana, demasiado quieta para estar viva. Por el altavoz sonó una voz monótona anunciando: “Tren especial con destino único a Valencia va a iniciar su salida por vía 1”.
Un vagón antiguo, sin haber hecho ruido alguno se encontraba frente a mí. La puerta se abrió como un susurro. Tragué saliva, subí y al instante el vagón se iluminó por completo. No había sombras ni amenazas. El tren se puso en marcha.
Amparo Peris
Papeles
Creía ser una buena actriz, dialogaba con sus personajes. Cuando salía a la calle no iba
derecha, tenía como una chepa y andaba muy pensativa. Los personajes la
acompañaban: se disfrazaba de monja, se investía de reina, se cambiaba de sexo, se
convertía en una pintora famosa, sentía que podía representar todos los papeles. Pero
llevaba demasiado tiempo enferma y la habían sustituido por otra actriz. Decidió
representar la obra. Los enfermos del hospital y sus familiares hicieron de público.
Rosa Albero
EL ÚLTIMO CÍRCULO
No sabía exactamente que buscaba en aquel pueblo deshabitado.
Si es que había gente debían ser noctámbulos, porque solo se oía un molesto silencio.
Otra vuelta más por las grandes callejas circulares. Ahora los círculos menguaban.
Y en el centro del último círculo los encontré. Apiñados en la pequeña plaza redonda. Delgados, ojos rojos y boca negra. Pero lo más repulsivo era su piel con púas goteantes y un pelo similar al esparto de un color pardo y opaco. Emitían una especie de sonido chirriante, desagradable.
Di la orden de quemarlos. Cuando todo acabó por fin, pudimos ver como salían de sus habitáculos aquellos seres de aquel extraño planeta. Parecían aliviados, en cambio en mi mente se cruzó un pensamiento ¿Y si me equivoqué? ¡Eran horribles!
Fina Rivas
Ráfagas en la noche
La tormenta azotaba la cabaña en la que Marta había decidido pasar el fin de semana. La luz se fue de golpe, dejándola en una penumbra densa, solo rota por los destellos de los relámpagos. Oyó unos pasos, pero no había nadie más allí, o eso creía. El sonido se acercaba, pausado, con eco. Se giró buscando algo con qué defenderse y encontró una vieja linterna en el suelo. La encendió y apuntó hacia el pasillo.
Una sombra avanzaba lentamente, y cuando estuvo a punto de gritar, reconoció el rostro de su amiga Clara. "¡Pero tú… tú estás muerta!", murmuró, retrocediendo. La figura sonrió y se desvaneció en el aire.
Al día siguiente, Marta despertó en el hospital. Los médicos le informaron que había sufrido un accidente en carretera y que, de hecho, había estado sola todo el tiempo.
MARINA
Empatía
En cada ejecución, el verdugo moría un poco.
Amparo Romero
Se sentó para atarse los zapatos
"Zas" un golpe en la cabeza, ya no se levantó
Juan Miguel lopez
NUESTRA ERA
Williams se había acostado pronto. Serían como las dos de la madrugada cuando empezó a sentir que su colchón inteligente estaba caliente. Se enderezó y acudió a su móvil. Internet había caído. Miró hacia la calle y se alegró de que las ventanas todavía no fueran inteligentes.
“LA BANALIDAD DEL MAL”
Firmó la orden mientras pensaba en la cena y en si habría pan suficiente.
El horror ocurrió puntualmente, como un trámite más del día.
Marina Pérez Gutiérrez
Inauguración
Cada mañana se inaugura el mundo, pero no recibió la invitación para el día siguiente.
Paco Bolea (14-XII-25)
P. D. De propina, aquí va otra miniatura de microrrelato en homenaje al dinosaurio de Monterroso:
Cuando se durmió, el dinosaurio veló sus sueños.
LA REVISIÓN
Al finalizar la novela se sentía pleno, lleno de palabras. Poco después algunas le provocaron indigestión y tuvo que devolverlas.
Fina Rivas
Mal presagio
Se desespera, otra vez salta el contestador. Siente remordimiento, la noche acecha, ella es la mayor aunque nunca haya ejercido, no tenía que haberla dejado sola.
Ana Rodríguez
ESPEJO DEL ALMA
Odio, compasión, alegría, tristeza, temor, sosiego, salud, enfermedad,
cordura, locura, amor, desamor, todo esto y mucho más delata nuestra
mirada.
Pedro Llopis
Veo caer motas de polvo: brillan al atravesar un rayo de sol y después desaparecen. Siento el peso de una nube que oscurece la habitación y rehúsa seguir su camino.
Sigo aburrida.
Rosa Albero
PRESENCIA
Me lo presentaron en un circulo de amigos,no lo conocia. Lo conoci y se esfumo rapidamente mi imaginacion.
ALICIA GARCIA
Miren de Verastegui
Siempre habia querido escribir. Escribir como los buenos . Ese era el verdadero obstáculo. ¿ cogeria alguna vez el lapiz?
Otoño
Otoño. Tópico típico: hojas doradas, sol mortecino, viento suave pero fresco…
Una persona. Típico sin ser tópico: “Necesito alimentar a mis cuatro hijos . Solía trabajar,pero…”
Rosario Estellés
"Comunidad humana"
El verdadero diálogo, es placer de escuchar al otro; sabiendo que no hay verdad única.
Tu opinión, no es toda la verdad.
M T HERNÁNDEZ
«Quería volar, pero le cortaron las alas»
M ÁNGELES MARTÍNEZ
Cuando el cielo llora, las personas nos mojamos.
MJ Ferrer
NO VOLVERÁ A OCURRIR
El letrado que defendía a la médico forense, en el juicio oral, interrogó a la supuesta fallecida.
─ A ver, ¿podría decirnos qué le sucedió para perder la consciencia?
─ Tomé una alta dosis de CBD para simular mi muerte ─respondió serena.
─ ¿Usted era consciente de los riesgos que ello comportaba?
─ No, creí tenerlo todo bajo control.
─ ¿No se le ocurrió decírselo a alguno de sus amigos? ─persistió el letrado.
─ No…, porque entonces, ¿dónde estaba la gracia? ─respondió ella con sorna.
─ Esa «gracia», que usted refiere, podría ocasionar un grave perjuicio a mi defendida.
─ Lo siento mucho, no volverá a ocurrir.
─ ¡Señorita, debería de haber pensado que hasta Halloween tiene sus límites!
Autoras: Ana, Fina, Rosa y María Ángeles
Como todos los días desde su jubilación, Felipe su marido le llevó el desayuno a la cama. Para su sorpresa y desasosiego, observó su mandíbula, encajada, sus ojos abiertos en un gesto de espanto. La llamó repetidas veces, la zarandeó, la besó, apretó su mano con fuerza por ver si respondía, pero Leticia inmóvil como piedra, no respondió ni reconoció ningún estímulo.
Felipe, aturullado, llamó al Servicio de Emergencia. Como toda respuesta a las preguntas precisas del funcionario solo pudo articular una frase.” Vengan de inmediato, mi mujer está muerta”.
Luego tuvo un rifirrafe con el funcionario. El buen hombre no acertaba a comprender si se trataba de una broma o de una urgencia verdadera; en primer lugar, por los nombres que el solicitante facilitaba Felipe y Leticia, de otra parte, por la dificultad que tenía el octogenario de acordarse de donde vivía. Finalmente, el SAMU apareció en el domicilio, que, por un capricho del destino, no era otro que Calle del Reino Número 12-1ª.
En el hospital privado, al que pertenecía Leticia, confirmaron su muerte.
La amortajaron, la maquillaron, la velaron, lloraron en el sepelio y llenaron su ataúd de flores y pequeños recuerdos.
Al día siguiente Leticia era noticia en todos los periódicos.
En el preciso momento que el enterrador destapaba el ataúd, Leticia se irguió y pidió un vaso de agua. La pequeña corona depositada en su cabeza ahora colgaba de su cuello como un collar. Su cara aparecía más lozana que nunca por efecto del colorete.
Los asistentes quedaron estupefactos. Entre ellos un médico asistente al sepelio. Él dictaminó que se trataba de un caso de catalepsia.
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