dissabte, 27 de gener del 2024

TALLER DE NARRATIVA BREVE Y MICRORRELATOS


 2024

AMICS DE LA NAU GRAN

FACULTAT DE FISIOTERAPIA




                                           ÁREA DE PARTICIPACIÓN DEL ALUMNADO
                                                                  DEBAJO
                                              


51 comentaris:

Anònim ha dit...

LA HABITACIÓN MARCHITA
En lo más profundo de la mansión, oculta tras puertas olvidadas y pasillos cubiertos de polvo, yace una habitación abandonada, un santuario del olvido, donde el tiempo se ha detenido en un susurro etéreo de melancolía.
Las paredes, una vez vestidas con tapices de esplendor, ahora se despojan de su belleza, revelando cicatrices de humedad que trepan como enredaderas lacónicas, tejiendo un tapiz de decadencia. El yeso, desgastado por la indiferencia del tiempo, cede ante el peso del abandono, formando grietas como arrugas en la piel de un anciano olvidado por el mundo.
En el centro de la habitación, un antiguo candelabro yace roto; sus brazos retorcidos como los suspiros de un corazón denostado. Fragmentos de cristal esparcidos por el suelo reflejan destellos de luz mortecina, como estrellas caídas de un firmamento en duelo. El polvo danza en el aire, atrapado en un vals silencioso, mientras la luz filtrada por las ventanas, cubiertas de telarañas, proyecta sombras fantasmales, que bailan al compás de la nostalgia.
El suelo de madera, antaño lustroso y orgulloso, ahora susurra con cada paso, como un eco de antiguas conversaciones que se han desvanecido en la bruma del olvido. El crujir de las tablas parece el lamento de un piano abandonado en un salón vacío, evocando melodías que solo el viento recuerda.
En una esquina, un espejo manchado refleja una imagen distorsionada, como un recuerdo diluyéndose en la niebla del tiempo. La plata desgastada se asemeja a un lienzo en blanco, donde los rostros del pasado buscan en vano su reflejo, atrapados en un eterno laberinto de recuerdos marchitos.
El aroma de la decadencia impregna el aire, con una mezcla de moho y abandono, como el perfume de una flor deshojada en el jardín del olvido. Cada suspiro parece contener la historia de aquellos que una vez habitaron estas paredes, ahora relegados al rincón oscuro de la memoria.
En esta habitación abandonada, el tiempo languidece en un susurro silencioso, entrelazándose con las sombras del presente, tejiendo una tela de nostalgia, que envuelve el alma en su suave abrazo, y dejando solo el eco vacío de lo que una vez fue.
MARINA PÉREZ

Anònim ha dit...

Raíces en la memoria
Aparqué mi coche, en la umbría chopera. Cuando emprendí el camino del pueblo, los limpiaparabrisas, parecía vigilar los molinos de viento que tachonaban la cumbre del Moncayo. A la vera del camino, los campos baldíos aguardaban apacibles la próxima cosecha y hacia el norte, como gigantes, los secaderos de embutidos, alzaban sus imponentes naves. En dos de ellas, con letras grandes, podía leerse Carramiñana, en la más alejada y ruinosa, apenas podía adivinarse el apellido de mi padre.
Amparado por las faldas del monte, el pueblo soñoliento salió a recibirme tal y como yo lo guardaba en mi memoria: presidido por la torre del campanario, varado en mitad de la nada.
Me adentré por las callejas que conducían a la que fuera la casa de mis abuelos, azotaba mi cara el cierzo que hoy venía a despertar mis recuerdos Unos zagalillos se cruzaron conmigo y advertí como se volvían a mis espaldas murmurando. Los perros, desde los corrales, ladraban a mi paso. Sentía en el bolsillo del anorak, el peso de la llave de la casa, peso que percibía más liviano que en mi corazón. Al abrir el portalón. Noté su resistencia que terminó por ceder a mi empuje. Busque las velas escondidas en el mueble de la entrada. La vieja palmatoria ilumino un círculo concéntrico a su alrededor plagado de olores rancios y sombras. Todo en mi cuerpo sufrió un estremecimiento al ver el vacío de la sala principal, donde la chimenea, huérfana de lumbre, se adueñaba del espacio.
Guiada por la luz, fui hasta la alcoba de la abuela, No sabía lo que encontraría en ella, pero a juzgar por el olor que desprendía y los años que la casa había permanecido cerrada por las desavenencias de la herencia, calculé que poco más que polvo y olvido.
La cama de matrimonio aparecía sin colchón, cubierta por un trapo viejo. La cómoda, arca donde en otro tiempo se guardaron las piezas de La Hilandera, las mantelerías de las fiestas y los ajuares que durante años fueron tejiendo las mujeres de la casa, eran ahora cajones vacíos, abiertos a la intemperie de todas las pobrezas; deshabitados de bodoques, vainicas y sueños de matrimonio. ¿Esperaba encontrar, ignorante de mí, alguna señal del pasado después de quince años? Aun así, palpé el fondo de los cajones y di con un pequeño botón que, a la luz de la vela, mostró su cara lechosa de nácar. A pesar de su diminuto tamaño, trajo a mi memoria un universo de recuerdos presidido por el de la figura de la abuela mientras cosía la canastilla de mí hijo. Después de acariciarlo con las yemas de los dedos, lo guardé en mi bolsillo y seguí pasando la mano por el fondo de los estantes con la esperanza de encontrar más resto del pasado, pero la infructuosa búsqueda, solo vino a recordarme el tiempo trascurrido al contemplar mi cara en el espejo velado de la cómoda.
Amparo romero Febrero del 2024

Anònim ha dit...

INTROMISIÓN SOCIAL
Era una mañana resplandeciente, en un febrero inusualmente cálido, con un cielo tan despejado y radiante que apenas pasado el mediodía, cuando Marta corría para no perder el bus, invitaba a quitarse el abrigo.
A esa hora los pasajeros se agolpaban en la parada para subir y como raudas gacelas atravesando la sabana del pasillo, intentaban cazar un asiento libre. Estuvo rápida y se aposentó sudorosa y jadeante junto a un joven ausente. Era un asiento horroroso junto al que se iban apiñando, mujeres que corrían para hacer la comida, adolescentes cargados de mochilas infinitas, y ociosos jubilados que volvían a casa tras matar la mañana. Pero que asco de sitio se repetía, donde todos te rozan, te vuelcan el resuello sobre tu cabeza y abalanzan sus manos sobre tu cuerpo para aferrarse al pasamanos.
Afortunadamente pasada la calle Colón el escuadrón de pasajeros pasó a ser pelotón y una cuarentona cargada de bolsas se sentó frente a ella, al lado opuesto del pasillo y al poco comenzó a radiar su vocerío. Fue entonces cuando la miró. Estaba erguida como una grulla coronada con aquel enorme coletero amarillo y, tal que, si rezara, sostenía un móvil al que pegaba sus labios como si aquel berrear necesitara cercanía. Dos mensajes de voz al marido para contarle las compras, y otro a su madre para confirmarle el éxito de su laxante. Estaban asistiendo a un episodio radiado digno de la mismísima Encarna Sánchez.
María enfurecía por momentos. Como detesta el uso exasperante de una interacción no deseada que menoscaba la intimidad del entorno, el uso impúdico de un aparato que conecta virtualmente con el universo, pero aleja e ignora a los que están al lado.
De repente todo cambió. Fue un chirriar de frenos, chillidos y personal bamboleante que enmudeció cuando el pico de la grulla emitió un graznido aberrante al salir su teléfono disparado de sus manos y verlo volar disparado hasta la ventanilla opuesta.
La grulla enmudeció y corrió a recuperar los restos de su valiosa pertenencia.
Abandonando el autobús María inhaló el silencio y recordó que “no hay mal que por bien no venga”.
INMA SIERRA

Anònim ha dit...

Atalaya
Piso décimo, esquina primado Reig, nordeste.
Cuando nos instalamos aquí en valencia, a este lado de la ciudad, era el confín.
El campus Universitario enfrente. Cruzando la calle, antes vía de circunvalación, el cuartel de la Guardia civil, la huerta y el pueblo de Benimaclet. Al este el mar, nada impedía ver nacer el sol del agua ¡Que deleite!
Cambiamos la ventana, agrandando la panorámica. El sol aparecía poco a poco completando la esfera y despegaba del agua, dejando un reflejo de luz y color inmensurable.

Ahora la huerta se ha
sembrado de edificios. El mar aún se ve entre bloques. El sol ya ha salido del agua. El cielo aún sigue pintado. No hay nada que lo impida.
TICA MACHI

Anònim ha dit...

Aquel ruido sordo y atronador la estremecía, el frío y la humedad le traspasaban los huesos.
La oscuridad del cielo contrastaba con el azul casi blanco del agua. Cerca alguna gaviota revoloteando debajo de los bancos, a la caza de algún trozo de pan o cualquier otro resto de comida, otras graznaban cada vez que un pez saltaba sobre las rocas, lanzado por el ímpetu de las olas.
El faro era casi invisible entre la niebla, sólo se vislumbraba algún viejo barco que se mecía violentamente por el agua y el viento.
No se veía un alma, el bar de Esteban ya había cerrado, era seguro que aquella tarde de oraje no habría clientes.
La contemplación de aquel espectáculo era hiznotizante. Ella se debatía entre los deseos de huir y a la vez una fuerza invisible la mantenía enraizada a la orilla del acantilado. Su pelo enmarañado le tapaba la cara y su ligera chaqueta amenazaba con volar por los aires.
Se convirtió en una figura desdibujada, casi inhumana.
Nadie en su sano juicio habría permanecido allí con aquel tiempo y menos cuando ya la tarde había dado paso a un manto tan negro como la boca de un lobo.
No oyó unos pasos que se acercaban, tampoco notó la fuerza con que le agarraron por el brazo, sólo una voz que le gritó
¡por favor, no saltes!

Santi Blázquez
23/02/ 2014

Anònim ha dit...

Descripción psicológica de la chica

Optimista, de fácil risa, simpática, expresiva, amiga de sus amigos, sincera, chica de éxitos, extrovertida, alegre, familiar, le gusta ayudar y compartir lo que tiene con los demás, líder, empática y cariñosa.
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Relato breve, inspirado en la fotografía, chica bailando.

¡Bien, bien! festejaba Violeta, con un bailecito de los suyos, el haber conseguido una muy buena nota en la asignatura que se le atragantaba, de Derecho, tenía ese reto consigo misma. Estaba eufórica, para celebrarlo quedo con unos amigos por whatsApp , les convoco diciendo: ¡ Chicos a las 7 en Oclok, os tengo que contar una cosa super, super importante para mí, tenéis una copa pagada el resto corre a vuestra cuenta si no me arruinaré, ¡os quiero!, ¡hasta luego!.
Se estaba arreglando para la ocasión, con la alegría que le caracteriza, bailaba al compás de su música preferida por toda la habitación, mientras el ruido del secador parecía que le daba el compás, moviéndolo un poco alocadamente para secarse el pelo, después de maquillarse y casi vaciar el armario, consiguió el conjunto perfecto para lucirlo esa noche, se puso un poco de perfume y salió escopetada al pub.
Como siempre era super puntual, al conocer al camarero le dio instrucciones para gastar una pequeña broma a sus amigos.
Al llegar al bar, entre ellos comentaban —A ver Violeta esta vez que nos cuenta, hoy conociéndola será algo molón.
Se hicieron las 7 y solo faltaba ella, —que raro que no esté aquí, con lo puntual que es , A los 5 minutos apareció como una artista de cine detrás de la barra del bar ¡Tachan! con un redoble de tambor en una improvisada batería, la cubetera al revés y unos cubiertos efectuado por su compinche, el barman.
Se subió a una mesa, carraspeo un poco que dijo: ¡queridos amigos¡ ¡lo conseguí!, he aprobado con un 9 la asignatura que se me atragantaba, y a partir de aquí ya habrá otra picapleitos en España. ¡ he acabado derecho!, así que coger una copa y llenarla de lo que os guste y brindemos por eso.
Gracias por compartir conmigo esta noticia tan especial. ¡Os quiero!.


Amparo Forés
Marzo 2024

Anònim ha dit...

UNA FOTOGRAFÍA

De vez en cuando miro la fotografía que guarde.
Yo la conocía, hablábamos mucho y a menudo de su infancia. Recordaba momentos felices de esa época: acudir por las mañanas al mercado con su madre, los dueños de los puestos las conocían y su madre conversaba con todos ellos y con las clientas del barrio, también habituales, comentaban que habían hecho, o sus planes.
También bajar a patinar a la calle, casi toda la chiquillería lo hacía en aquel barrio entonces tranquilo, estaban juntos y se divertían.
Me gusta mirar esa fotografía porque transmite alegría de vivir, amor a la vida. Parece decir la felicidad es algo muy sencillo, existir.
Que habrá sido de ella? Y de muchos de aquellos niños del barrio….. Ojala pudiera recuperarlos, ser como entonces, volver a jugar.
Por eso, esa foto tan alegre está entre mis mejores recuerdos….y siempre la guardaré.
CONCHA GISBERT

Anònim ha dit...

Primera persona el personaje da su punto de vista.


Calvos

Mido un metro, veo el mundo desde abajo y puedo asegurarles que, desde esta perspectiva, percibo a las personas en toda su realidad, con sus virtudes y defectos. Lo único que se me escapa es si tienen coronilla.
Trabajo con la voz narrativa en tercera persona. Es un narrador testigo.

«Los altos no son de fiar»


Medía un metro, pesaba cuarenta kilos, trabajaba en una fábrica de muebles para niños como responsable de la contratación de personal. La despidieron el día que se supo cómo era el mobiliario de su casa. De haber sabido que aquel grandullón era un chivato no lo hubiera contratado.
AMPARO ROMERO

Anònim ha dit...

Estoy convencido, necesito estarlo, que la próxima salida fuera de los límites que las circunstancias familiares que me han sido impuestas, será satisfactoria y provechosa. Han sido tantas las veces, que en estos pasados años me he quedado con la miel en los labios, la maletas preparadas, la decepción y desesperanza en el alma, que si hay algún tipo de equilibrio, compensación o justicia, la espero.


Hay tantos momentos pendientes, cafés conversados y afectos descuidados que me hago míos los versos de un poeta (Víctor Jiménez) :”Después de tanto se vieron / y se abrazaron los dos, / para vengarse del tiempo”.


Juan Antonio del Campo Muñoz

Burjassot, 7 de marzo de 2024






VÍSPERAS


El viajero expectante, cuenta los días, las horas que le faltan para iniciar el añorado viaje que tanto ha echado de menos los años pasados; unos por pandemia, otros por circunstancias familiares que tenía sensaciones fundadas que ya nunca podría hacer. Como no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista, ahora está esperando ¡por fin, toquemos madera! Ese deseado momento.


Juan Antonio del Campo Muñoz

Burjassot, 7 de marzo de 2024

Anònim ha dit...

Les tres veus, són forces nostres

Quina esvelta problemàtica
filla de la debilitat,
buscant apagar les flames
estoven més el foc.
Poca llum encenen,
amb les mans com llepaires,
volen transformar la veu,
de reflexió profunda
en cridadissa de carrer.
Qui l'ha sentida
no li troba verí,
palpa la finor
d'una mare acollidora,
d'una pàtria immensa,
d'un futur de gran continuïtat.
Són els fets de la cultura.
Al camp neix vida,
a les altes estances meravelles
i en sentir del comú
glòries d'excelsa poesia.
Les bombes no callen veus
al carrer senyor de falles,
a la finestra, a la porta,
a la figura de Fuster.
Manel imprescindible,
siga com siga
tots ells en fan dos més un:
Sanchis, Joan i Vicent.
La norma,
la història...
i la consciència






Francesc Alemany i Seguí
Taller «Versos en acció»
7-3-2024

Anònim ha dit...


EL FARO

Floren Carrillo.

Desde la barandilla, observo las olas y el camino desde la playa a las escaleras.
Cuando viene, no hablamos mucho; nuestras miradas se cruzan. Su silencio me consuela. Mientras, la luz busca compañía en la vastedad del mar.



En tercera Persona:

Desde la barandilla, observa las olas y el camino desde la playa a las escaleras. Cuando viene, no hablan mucho; sus miradas se cruzan. Su silencio lo consuela. Mientras, la luz busca compañía en la vastedad del mar.

Anònim ha dit...

EL INSTANTE

MARIA PILAR F. CASTELLOTE


Desperté, concluí las rutinas en tiempo récord y en la hora prevista ocupaba mi asiento dispuesta a sacarle tajada al día. El calor las luces y el estallido rompieron mi tiempo.




# en tercera persona



Despertó, concluyó unas tareas de manera rápida y ocupó un asiento. El calor las luces y el estallido rompieron su tiempo.


Anònim ha dit...

Desde la barandilla, observa las olas y el camino desde la playa a las escaleras. Cuando viene, no hablan mucho; sus miradas se cruzan. Permanecen en silencio mientras el giro ilumina las crestas de las olas.

Anònim ha dit...

ÓPERA PRIMA (1ª persona)
Entra mi madre al salón con dos entradas que le han regado para la ópera. Ignorándome, como es habitual, se dirige a la egoísta de mi hermana:
—Susana ¿te quieres venir conmigo a la ópera?
—¡Siii…!,mami—grita Susana dando brincos y alzando los brazos.
¡A la ópera!... una ignorante que no sabe distinguir un aria de un blues. Lo veo, y aunque debería intuirlo, no lo creo. Hasta aquí ha llegado la iniquidad. Flory, me digo a mí misma, no admitiré un solo menosprecio más y, es entonces cuando un rayo de resquemor atraviesa mi alma y….me ilumina.
—Chicas voy a prepararos un cóctel para que lo celebréis—. Es un coctel de venganza, de escarmiento, aderezado con un” toque de autora,” que facilite su tránsito intestinal y una profusa evacuación de tanta desconsideración.
Llega la noche, y con cara pesarosa y una inmensa alegría, murmuro casi en un susurro:
—Descansad y cuidaos mucho. ¡Buenas noches, adiós!
Cojo mi bolso, meto las entradas y saboreando este desquite me voy a la ópera.
Inma Sierra

ÓPERA PRIMA (3ª persona)
Aquel mediodía el torbellino materno se precipitó al centro del salón y agitando dos entradas en la mano, mirando a su hija, Susana, dijo:
— Me han regalado dos entradas para la ópera ¿quieres venir conmigo? —
—¡Siii…!,mami—gritó Susana, dando brincos y alzando los brazos.
¡A la ópera!... pensó Flory, su hermana una cateta que jamás sabría distinguir un aria de un blues. No podía concebir tanta iniquidad en su entorno. No permitiría un menosprecio más y, en aquel instante cientos de agravios desfilaron por su mente, como si la atravesara un rayo, y el resquemor y la sed de venganza de apoderaron de su espíritu. Desfiló hacia la cocina y mientras preparaba un coctel para su desconsiderada familia, una tenue sonrisa iluminó su rostro. Era un coctel de venganza, de escarmiento, con un secreto “toque de autora,” para facilitarles el tránsito y la evacuación de tanta desconsideración acumulada.
Cuando llegó la noche, plena de orgullo y fingido pesar, susurró desde la puerta:
—Descansad y cuidaos mucho. ¡Buenas noches, adiós!
Se colgó el bolso, guardó las entradas y saboreando su desquite salió hacia la ópera.
Inma Sierra

Anònim ha dit...

a) Escribir MR con narrador en 1ª P, con el narrador implicado

El patinete
Iba yo a comprar el pan y al cruzar la calle fui atropellado por un patinete. Al recobrar la conciencia en el hospital me dijeron que al chico que lo conducía lo habían detenido, pues antes de atropellarme a mí había arrollado a un anciano que está en cuidados intensivos en estado crítico. El patinete había sido robado. ¡Vaya pájaro!
Abdón Arjona
7 de marzo de 2024


b) Volver a escribirlo en 3ª P y que el narrador se distancie de lo ocurrido

El patinete
Cuando Juan iba a comprar el pan lo atropelló un patinete mientras cruzaba la calle. Al recuperar la conciencia en el hospital fue informado de que antes de su tropiezo, el mismo vehículo y conductor había arrollado a un anciano que estaba en cuidados intensivos en estado crítico. También le dijeron que al autor de los accidentes lo habían detenido; sospechaban que el patinete era robado.
Abdón Arjona
7 de marzo de 2024


TOMAS MORENO ha dit...

NARRADOR EN 1º PERSONA - “ TRAS LOS PASOS DE VENUS”
Ayer, me enamore perdidamente, otra vez. Fue al ver su perfil griego, asomando entre las
estanterías; no pude dejar de mirarla y cada vez que se paraba, disimulaba llenando mi carrito.
La seguí por la calle, cargado con tres bolsas en cada mano, mientras ella caminaba ligera con
sus dos lechugas, tres manzanas y media docena de huevos.
Vista por detrás, me gustó mas todavía; rotunda como una venus, con el pelo al viento, altiva e
indiferente, no se fijo en mi. Entró en una panadería y la esperé al otro lado de la acera, mientras los
guisantes congelados empezaban a gotear.
Al rato, salio del brazo de un apolo, mordisqueando un croisant. Sentí tanta rabia que cruce la
calle sin pensar y me atropelló un coche. Cuando desperté en el hospital, conté que crucé distraído,
pero mi mujer, no se explica que hacía cargado con tanta compra y tan lejos de nuestro barrio. Creo
que sospecha que algo anda mal en mi cabeza.
NARRADOR EN 3º PERSONA - “ VENUS”
Mientras hacia la compra, se sintió atraído por una mujer alta, con un bello perfil griego. No
podía dejar de mirarla y comenzó a seguirla por el supermercado; disimulando iba llenando su carro
sin ningún control. Pago rápido con la tarjeta y salio tras la mujer, cargado con tres bolsas en cada
mano, mientras ella caminaba ligera ajena a su admirador, hasta llegar a una panadería.
Nuestro hombre la espero bajo el sol, con los guisantes congelados goteando, hasta que la vio
salir, ahora acompañada. Se sobresaltó y cruzó la calle sin mirar, con tan mala fortuna que lo
atropelló un coche.
Cuando despertó en el hospital, su esposa estaba a su lado, sonriendo con cara de preocupación.
El no recordaba nada, pero a todos les extrañó que estuviera en un barrio desconocido, cargado de
bolsas de compra. Los testigos del atropello aseguran que grito “Venus” cuando le golpeo el coche.

TOMAS MORENO ha dit...

El viaje


Ahí estaba, ya se dejaba ver a mil metros de altura, he ahorrado un año, para poder viajar y poder encontrarme con la Torre Eiffel, se de ella hasta el mínimo detalle, la he visto en reportajes, eventos cinematográficos y en mis sueños. Hoy que cumplo dieciocho años me he autorregalado el conocerla, tocarla y vivirla, por fin estoy a pocos minutos de aterrizar y dirigirme directamente a la estructura más admirada y magnifica de Paris, donde también estará la chica que conocí en Fallas el año pasado, ya no se si mi corazón lo tengo acelerado por ver la Torre Eiffel o por reencontrarme con María.

Llegó el cumpleaños de Víctor, se autorregalo un viaje a París, para conocer a su admirada Torre Eiffel, se sabia todos los detalles, había visto todos los reportajes y eventos cinematográficos y por supuesto en sus sueños, había estudiado con minuciosidad la estructura mas majestuosa y admirada de Paris, quería conocerla, tocarla, vivirla, ahí estaría esperándole la chica que conoció en Fallas. El avión estaba a punto de tocar pista y Víctor muy impaciente por recoger su mochila e ir directamente a ”verla”, pero su corazón estaba acelerado, igual no era por ver a la Torre.

Amparo Forés
Marzo 2024

Anònim ha dit...

CARMEN

Anònim ha dit...

ASALTO FRUSTRADO
Como cada día, las dos amigas salen a pasear. Es una mañana luminosa y despejada, un avance de la primavera, apropiada para ir hasta “La Rambleta”. De camino al parque van haciendo paradas en su ruta, saludando a vecinos y desocupados que, como ellas, repiten sus rutinas un día tras otro. Minerva mira insistente a la parlanchina Maribel, y piensa que su colega nunca tiene prisa, pero ella arde en deseos de llegar hasta el estanque, de garbearse arriba y abajo, disfrutando del aroma de bejuquillos y nenúfares.
Juan, impaciente, las ve llegar y saluda a su idolatrada Maribel que, desde el quicio de la puerta le grita jovial —Lo de siempre—. Mientras deja la cerveza y los cacahuetes en la mesa de la terraza, y saluda con una caricia a Minerva, entretanto cruza unas palabras con Maribel, y se recrea mirándola, deseando eternizar ese instante y fabulando si algún día se atreverá.
Ha pasado una noche de perros. Necesita un “chute” y está “sin pasta”. Es entonces cuando, “El Mentolao” las ve, solas, en la terraza y, en su dislate, cree que serán una presa fácil. Se aproxima y abordando a Maribel, inundando el ambiente con su intenso aliento a mentol, la amenaza con una navaja.
Un grito atronador sale de la garganta de aquella escuálida mujer que, simultáneamente, levanta la jarra y la estrella contra su nariz. Minerva se incorpora del suelo y lanza una potente dentellada a la pantorrilla del asaltante, mientras, Juan corre desde la barra con su bate (recuerdo de Segovia) y sin pensar, le sacude en la rodilla.” El Mentolao” huye cojeando, chorreando sangre de la nariz y maldiciendo su suerte.
Maribel acariciando a Minerva murmura—buena perra, bien hecho— y es entonces cuando él, alagando la valentía de la pareja propone, una cena para celebrarlo.
Inma Sierra

Anònim ha dit...

La pareja de dos.

Miguel Ángel Albero.

Gutiérrez y Morales, que es como se referían el uno al otro, eran dos tipos que llevaban años jubilados y se conocían desde cuando empezaron a trabajar de jóvenes en Telefónica. Como consecuencia de su impopularidad y carácter agrio, se hallaban completamente solos. O, mejor dicho, se tenían únicamente el uno al otro. Todos habían abandonado cualquier muestra de acercamiento hacia ellos porque su sola presencia invitaba al más raudo alejamiento. No se sabe si eran conscientes de este hecho, aunque tal vez lo sospecharan. Otros compañeros de la empresa que abandonaron la empresa en las mismas fechas quedaban para hacer senderismo o para asistir a clases de pilates, pero ninguno de ellos hizo el mínimo gesto para contar con su compañía.

Todos los días acudían fielmente a su tácita cita en el habitual y discreto banco del parque donde se sentaban, alejados de otros molestos transeúntes, como algún grupito de adolescentes haciendo novillos o alguna mami paseando el carrito de su bebé. A su encuentro se cruzaban un tibio saludo consistente en una interjección breve, aunque claramente audible. Solían permanecer callados hasta que alguien diera pie a intercambiar algún esforzado comentario. Se diría que se caían mal, o bien si tenemos en cuenta que el hecho de acudir puntualmente a su reunión y se vieran a diario podría explicar cierto interés entre sí.

Gutiérrez tenía celos de Morales porque tenía un aspecto bastante más jovial que él. Envidiaba la mata de pelo que conservaba. Además, se ponía algunas prendas de vestir con las que, a juicio de Gutiérrez, pretendía aparentar una juventud que ya le pillaba muy de lejos. Morales, por su parte, pensaba que Gutiérrez era un pedante que creía saberlo todo con pelos y señales.

El tarugo de Gutiérrez tardó ese día más de la cuenta en acudir. Seguro que habría estado pasando por las obras a curiosear lo que hacían los albañiles. Temí que me soltara alguno de sus sempiternos rollos patateros como el del puente de Edimburgo construido con sistema de ¿qué palabra emplea? ¿cantiléver? ¡Mira que es redicho!

Ese día Gutiérrez estaba cansado. Reparó en que Morales llevaba la camisa con las mangas arremangadas y tres botones de la camisa desabrochados. Lo miró indignado de soslayo sin decir nada. Hoy no tenía ganas de hablar. De hecho, se sentía un poco mareado. Puede ser que le hubiera sentado mal el bote de fabada que se había comido para cenar la noche anterior.

Cuando se les hizo la hora de regresar a sus casas, Gutiérrez sufrió un desvanecimiento que le hizo perder el conocimiento y dar con él en el suelo.


¬–¡Gutiérrez! ¿qué te pasa? Levántate, por favor. !No me asustes! –le vociferé.

Me incorporé súbitamente y le di numerosas sacudidas para tratar de reanimarlo, pero no daba muestras de ello. ¡Dios mío Gutiérrez, no me dejes solo! Me dije a mi mismo.

En ese momento, pasaba un chico por allí al que con voz trémula pedí que fuera corriendo hasta el Centro de Salud para alertarlos del suceso. Una médica acompañada de una enfermera se presentó a los pocos minutos. Estuvieron tratando de reanimarlo, cosa que afortunadamente consiguieron. Tras examinarlo con detenimiento, no le detectaron nada grave. Una lipotimia, dijo la médica. Le recetaron un jarabe y dijeron que acudiera al día siguiente a la consulta. Yo mismo fui a comprárselo a la farmacia y estuve cuidándolo toda la tarde, y al día siguiente lo acompañé al centro de salud.

Aún estoy esperando que me dé alguna muestra de agradecimiento. ¡Menudo tío mezquino! ¡Después del esfuerzo que hice en salvarle la vida!


TOMAS MORENO ha dit...

Título: Un ovillo enredado

Le agradaba su habitación vacia de artificios . Solo la cama y una bombilla colgada en el techo. Después del primer encuentro, disfruta del cigarrillo en su cama !Cuánto había soñado con ese momento! No sentía ni un ápice de culpa.
Juan deslizó el dedo corazón desde el lóbulo de su oreja hasta hasta la muñeca, dónde el Rolex palpitaba para terminar depositando los labios en la palma de su mano. Juan sabía q había puesto a prueba su amor y que él le pertenecía, por consiguiente, estaba en sus manos.
Pocos días despues, al verlos entrar, en el bar del casino, Pura pensó el lugar no era lo suficiente grande para albergar a los tres. Aún así, permaneció sentada en la mesa y trato de ocultar la cara llevándose la taza a los labios .
_ ?Ese no es Agustín?_
Preguntó mamá, el amigo que según afirmabas le ayudaría a salir de la depresión?
_ Sí, en efecto, respondí dándote la espalda a la puerta por donde hicieron su aparición y de inmediato, recordé el día que descubrí la llave en el bolsillo de su chaqueta, idéntica a la que yo guardaba en mi bolso.
AMPARO ROMERO

TOMAS MORENO ha dit...

UNA MESA PARA DOS

Se puso los vaqueros acampanados y una camisa blanca de algodón. Rondaba los cincuenta años y su estilo era juvenil, elegante o deportivo según las circunstancias. Esa tarde la cita era en la zumería de la plaza de los Álamos. El local estaba decorado con frutas tropicales de plástico que colgaban del techo.

Tenía reservada una mesa junto al ventanal. Quería ver y ser vista por quienes paseaban por la plaza. Cuando se acercó el camarero para preguntarle qué quería tomar, ella le contestó:

—Un zumo tropical de naranja, piña, limón, manzana y maracuyá.

Miró el reloj como miran los que esperan a alguien.

Cuando el camarero le dejó la bebida en la mesa, escuchó la conversación que ella mantenía. Como el tono de voz era elevado, se oía en todo el local:

—No te preocupes, de verdad, lo siento mucho…

—Quedaremos otro día. Lo importante ahora es que te mejores.
….
—Estoy disfrutando de un delicioso zumo, la próxima vez lo probarás, seguro que te gusta.

—Pues la verdad es que hay mucho ambiente en la plaza, estoy junto a la ventana y los que pasan me miran descaradamente. Deben pensar que estoy sola.

—Cariño, sabes que solo te quiero a ti. Luego me dices qué te ha dicho el médico.

—Sí, sí, yo también. Adiós, muchos besitos.

Abonó la cuenta, dejó el establecimiento y se fue caminando a su casa.

El día siguiente iría a la peluquería. Se pondría los zapatos de tacón de aguja y el vestido negro con transparencias. Había quedado con una amiga para cenar en la terraza del hotel-boutique Continental.

Llegó puntual al restaurante, y fue atendida por el recepcionista que le saludó cortésmente y la acomodó en la mesa, reservada para dos a nombre de la sra. Aguilar-Priego.

—¿La señora tomará algo mientras espera a su acompañante? —Le preguntó el jefe de sala.

—Sí, un prosecco, por favor.

Cuando el sumiller se acercó para sugerirle una determinada bebida, ella hablaba con voz temblorosa por teléfono:

—¡Querida, no te preocupes!, estoy bien, el comedor está lleno de gente, tenías que ver qué elegantes van.

—Sí, desde luego. Ya me dirás lo que te ha dicho el médico. Adiós, adiós.

Dejó el teléfono sobre la mesa y sonrió. ¡Ella era feliz con sus citas imaginarias!

Concha Francés Vidal

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La visita al zoo

Una pareja de gallinas acudieron a visitar el zoo. Se dirigieron a la caseta de organización donde fueron informados por un guía:
–La exposición está dividida en tres grandes áreas –dijo el guía-, hacia la derecha se encuentran los animales voladores, a la izquierda los terrestres bípedos o cuadrúpedos y por último, de frente están representados los reptiles. Les aseguro que pasarán una buena tarde contemplando su variedad así como sus modos de vida. Los visitantes decidieron empezar por las aves.
–Fíjate –dijo el gallo pasado un rato- qué diversidad de tamaños, formas y colores. Creo que son los animales más bellos de la creación.
–Además –intervino la gallina- cada especie dispone de un hábitat adecuado y de un lugar concreto para comer, conforme a sus características particulares.
Llegaron al final de los espacios dedicados a los volátiles y allí mismo comenzaba la exhibición de los reptiles. Ambos visitantes se sorprendían al ver a estos seres tan distintos, que poseían unas formas particulares y gran soltura para desplazarse. Poco después el gallo divisó un trozo de tierra húmeda y comenzó a escarbar allí con entusiasmo; la gallina le preguntó:
–¿Qué buscas con tanto interés?
–Mira -respondió el gallo-, qué sitio más apropiado para que haya abundancia de gusanos. Podríamos comer unos pocos.
Pronto llegaron de nuevo al punto de partida y el gallo dijo al guía:
–Hemos disfrutado mucho con las aves, también nos han gustado los reptiles aunque extraños en sus formas; pero echamos de menos no haber encontrado gusanos.
–Claro –respondió el guía- aquí no se expone nada que pueda servir de comida para otras especies.
Salieron del recinto y durante el regreso preguntó la gallina en tono grave:
–¿Recuerdas lo que dijo el guía sobre los gusanos?
–Sí –respondió el gallo- pero no tiene importancia.
–Bueno, es que resulta que tampoco había gallinas ni gallos en todo el recorrido.
–¿Y…?
ABDÓN

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TIEMPO DE ARENA.
Floren Carrillo.

Pasé a su lado y sin saber como, la arena se derramó entre los trozos de cristal que la contenía.
Mi primera reacción fue intentar recoger los granos que caían desde la repisa del anticuario y la segunda fue mirarle a él.

Supe que el reloj roto era ese que conseguí en la feria de Berlín.
¡El muy gilipollas!... Se me ha quedado mirando como si el mundo fuera suyo.

Pobre Juan hoy lleva un mal día. Primero el accidente en el aparcamiento, después nuestra discusión y ahora el descuido con el reloj.
He sido muy dura, ¡pero no puedo más!

Lo siento me dice, “estaba desequilibrado”.
-No importa tenemos un seguro para los casos de accidente.
-Desequilibrado; él si que está desiquilibrado: Ahí, cogiendo puñaditos de arena y dejándolos caer entre sus dedos. Los ojos fijos como si contara los granos.

-No sé porqué me miras así Elena, solo he bebido unas copas.
Mira, los granos son como recuerdos dispersos, emociones que se deslizan. Haciendo un esfuerzo quizás podamos...

- Déjalo ya, no insistas. Está roto, No tiene arreglo.
FLORENCIO CARRILLO

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Bodas de antaño, (Fermín y Jimena)



Fermín no podría decirse que fuera muy entusiasta y fogoso en los años de su juventud. Ni aún en los años que más se le aceleraban los pulsos por estar cerca de la mujer a la que que uniría su vida. En aquel entonces, algunos matrimonios vivían bajo la imposición de los padres, cuyas emociones y estados de ánimo imponían a hijos, (sobre todo a hijas).

Dos hechos relacionados con su enlace lo justifican:


El día de su boda, la pareja aceptó, por absurda imposición de los padres de ella, que Jimena, no se casara de blanco; su hermano mayor estaba haciendo la mili en África y ello era motivo de tristeza, de reprimir alegrías y celebraciones. Inmaculada como iba a ir al altar —nunca la madre los había dejado un momento solos—, ello suponía por sí mismo una sospecha añadida a la castidad imperante.


Otro momento de la historia:


Después del enlace y la invitación, que se solía celebrar por las tardes. Cuando los asistentes a la función de cine de verano salían un par de horas después, encontraron a Fermín a la puerta de su casa, al fresco, sentado en una silla de enea y fumando tabaco de picadura, triste y meditando; le preguntaban cómo no estaba con Jimena, si se terminaba de casar.


La enigmática contestación de Fermín fue: —¿sabéis qué os digo? ¡Qué “to” cansa!


Juan Antonio del Campo Muñoz

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¡El fatídico día!

En aquel pueblo era costumbre que la novia tardase un poco en llegar a la iglesia. Este ritual hacía que despertarse mucha expectación entre los asistentes al evento, pero, sobre todo, ponía a prueba la paciencia del futuro marido.

Noto las manos y las axilas bañadas en sudor, hace un calor asfixiante aquí. Yo estaba en contra de este montaje de boda, seguro que todas estas personas, que no me quitan ojo, están pensando que Marisa se ha arrepentido y no vendrá.

¿De quién habrá sido la idea de llevarme al altar en coche de caballos?
Míralo, este caballo no camina, cada cinco minutos se acuesta, parece que se ha declarado en huelga, así no llegaremos nunca.

-Hija, a mí me hacía ilusión llevarte en el caballo que me regaló tu abuelo, pero tienes razón, quizá está un poco viejo para tirar del coche.

Entre tragos de vino, el cura intenta ahogar las penas. Estoy pensando en los canapés y en toda esa comida que me he perdido.
Para mí lo mejor de las bodas es la gran comida que me doy después.

Los invitados se habían ido hacía un par de horas, aburridos por la espera.

Fernando salió de la iglesia, subió a la moto y se encaminó rápido a casa de la novia para aclarar qué había pasado. Se la encontró en el camino peleando con el caballo y discutiendo con su padre.

Ella se deshizo del incómodo vestido blanco y ambos subieron a la moto.
Ha pasado tiempo y nadie sabe de su paradero.
Santi.

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BOMBAS
Corría entre escombros dirección al refugio, adelantando ancianas y esquivando mujeres con niños en brazos. El también era un niño, pero hacia tiempo que no jugaba, que no iba a la escuela y que no tenia casa.
El avió n se acercaba con su atronador zumbido, ya no quedaban aldeanos en las calles, solo polvo y perros enloquecidos. Meterse bajo tierra, para no ser aplastado, enterrarse para poder resucitar y contar los muertos, buscar a los desaparecidos.
Entrando en el refugio alcanzó a ver el destello plateado del ala del avión, que descendía suavemente, pero de pronto giro y tomo altura. El piloto estaba contrariado, en esa primera pasada para comprobar el terreno, solo había visto una aldea insignificante ya convertida en escombros.
Gente que huía y desaparecía como hormigas en un hormiguero. Distinguió un resto de la torre de la iglesia y el patio de lo que quizás fuera un colegio. Ningún objetivo importante, otra misión de castigo sobre un blanco fácil. Lastima de munición.
Y así también se sentía el misil, que temblaba ansioso esperando ser lanzado, atraído por la gravedad, como un imán enamorado. Deseoso de estallar entre campanas de boda, sobre estadios de
fútbol o rascacielos cristalinos. Pero su destino, eran restos machacados de adobe y tejas, alicatados humildes y vidrios rotos. Destrucción sobre desolación. Únicamente los gritos humanos rasgarían el aire, igual que la primera vez que la tierra tembló herida por una bomba.
Carmen Sabater

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La maleta II

Estábamos super cansados después de estar volando unas largas horas para llegar a Tailandia, solo deseábamos llegar al hotel y poder descansar, pero pronto se nos pasó, al ver por a ventanilla el hotel Bahia Príncipe de cinco estrellas, era descomunal, lo que estábamos viendo era lujo y más lujo, nunca habíamos estado en un sitio así. Al salir del coche, un grupo de bailarines ataviados con los trajes típicos Tailandeses iban poniéndonos unos collares de flores al ritmo de una música que hipnotizada los sentidos, mientras saboreábamos el coctel de bienvenida con un sinfín de sabores y colores en la copa, presagiaba una semana de ensueño.
Nos adjudicaron las habitaciones y nos dimos una ducha rápida, para encontrarnos en el hool del hotel con nuestro guía, estábamos super emocionados, ¿Quién dijo cansancio?, esa palabra había desaparecido de nuestras cabezas. Ya estábamos impacientes por empezar las actividades y visitar monumentos y todo lo que se pudiera hacer estábamos listos para empezar.
Como era el día de llegada no había nada previsto en el paquete vacacional, nuestro guía, nos dijo, —si queréis esta noche os puedo llevar a algunos sitios vip, ya veréis lo bien que lo vais a pasar. Sin pensarlo al unísono todos estuvimos de acuerdo.
La primera parada la hizo en una discoteca internacional, donde había toda clase de turistas y también lugareños, intimamos con una pareja super simpática que se ofreció a continuar acompañándonos para conocer el mundo de la noche. Fueron pasando las horas y decidimos irnos al hotel entre las copas y las horas que llevábamos levantados ya no podíamos más. Pero quedamos para el día siguiente, y el siguiente, así hasta que termino la semana. Jamás habíamos pasado unas vacaciones como esas, fueron fascinantes y también trágicas.
De vuelta a España, al ir a recoger las maletas y pasar por la aduana, interceptaron las seis maletas que habíamos facturado juntas, tenían que abrir una de ellas ya que había algo dudoso. Ninguno de nosotros queríamos reconocer la maleta como suya, enseguida sospechamos de la pareja, al venir a despedirnos y ofrecerse a meter las maletas en la furgoneta, en su interior de una de ellas habría algo mas que ropa.

Amparo Forés
Marzo 2024

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Sombras de ayer

- Sonó aquella música y le invadió la melancolía. Sus ojos acristalados y llenos aquel ayer, le hicieron añorar su presencia.

_ El padre, al ver su tristeza, le decía:

Ese, resultó ser un "piel de gallina".
Cobarde e incapaz de compromisos.

_ Necesito respirar papá, voy a abrir la ventana.

_ El viento le trajo de nuevo las palabras, que el le dijo, cuando ella se iva :

_. No te vayas... TE QUIERO, no lo olvides.
Y dándose la vuelta añadía, pero no vuelvas antes, de que cumpla los 50.

-
Cristina Solanas

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MUÑECA DE PORCELANA
Con el debut de la primavera los días radiantes invitaban a saltar a la calle, a disfrutar de la luz y caminar bajo la tibieza del sol. Hoy, como cada mañana seguiría su nueva rutina tras la jubilación, a las diez y media en la calle, a caminar, a redescubrir lugares y rincones postergados.
El largo paseo la llevó hasta el centro de la ciudad y tras atravesar la Plaza de la Virgen, comenzó a vagabundear por la calle Navellos para retomar la vuelta. Caminaba ya cansada y algo sudorosa, esquivando su costoso vicio por las librerías y limitándose a ojear escaparates, cuando decidió tomarse un respiro y se detuvo en una pequeña terracita.
—Un doble de cerveza y unas aceitunas, por favor—.
Que placer tan inmenso disfrutar, sin prisa, de esos pequeños placeres. Tomó la jarra, encendió un cigarrillo y sintiendo como “la rubia” descendía por su garganta comenzó a mirar de soslayo el escaparate de enfrente, una tienda de muñecas. De repente, todo cambió cuando se sintió vigilada desde la esquina izquierda y experimentó como los ojos azules de una muñeca de porcelana la enfocaban clavándole el arpón de una mirada tan fría que casi se sintió ensartada.
Vuelve a tener siete años, siente el bochorno del mediodía. En el pueblo casi todas las niñas duermen la siesta, se resguardan, del calor de las tardes de agosto tras las persianas bajadas. Está sola en el corral, ojeando tebeos, cuando aparece la vecina de arriba.
—¡Hola! ¿quieres jugar? ¿Quieres que subamos a mi casa? Tengo una habitación con juguetes—.
—¡Vale! Mamá me subo a casa de Pili a jugar—.
Damos la vuelta a mi casa, entramos a su portal y subimos las escaleras hasta un pequeño rellano con dos puertas. Pili aparta una cortina de canutillos y pide a su madre que nos abra el piso de los trastos. Su madre busca la llave y abre la puerta del piso de enfrente. Enciende la luz de una bombilla huérfana, que cuelga del techo, porque todas las persianas están echadas. La habitación es un cumulo de objetos viejos amontonados, sillas desvencijadas y cajas de cartón apiladas. Huele a cerrado, a humedad, y el polvo flota alrededor de una luz tenue, amarillenta y mortecina que imprime a la estancia un aura de misterio.
—Os dejo jugando. Pili, ya lo sabes «no toquéis nada más que los juguetes del estante». Me voy a seguir cosiendo.
Pili me fue enseñando sus posesiones, pero apenas me dejaba tocar nada.
—Me bajo a mi casa, ya no quiero jugar más— dije aburrida.
—¡No! Tú te vas a quedar aquí. Mira esa muñeca de ahí arriba, dice señalando hacia lo alto del estante. Es muy guapísima, tan rubia y con ese vestido tan bonito, pero… ¡Mírala! Sus ojos azules tienen cuchillos, porque es una bruja, y te va a matar.
De repente, de un brinco, apaga la luz y sale dando un portazo. Y yo me quedo aterrorizada, en medio de la oscuridad, con la vista nublada por el pánico, frente aquellos ojos azules que apuntan hacia mí. Por primera vez en mi pequeña vida huelo el miedo. Chillo, enloquecida, llamando a mamá, y a tientas, temblando, llego hasta la puerta y comienzo a aporrearla. Instantes eternos.
—Pero ¿qué pasa Inma? ¿Y Pili? —dice su madre cuando abre la puerta.
Pili, aparece por el rellano con fingida carita de ángel y yo aprovecho para salir por la puerta y como una tromba, mientras huyo, alargo la mano hasta su coleta y con los ojos plagados de lágrimas le doy un estirón que le hace oscilar la cabeza y bajo corriendo las escaleras. Desde la puerta del patio sin detenerme chillo:
—¡Eres muy mala! ya no te “ajuntaré” nunca—.
Ella jamás volvió a dirigirle la palabra, ni su madre a la de Pili. Durante las siguientes noches en la oscuridad de la alcoba cerraba los ojos, apretándolos para no ver en la penumbra aquellos ojos azules.
—Otra cerveza, por favor—. Y encendiendo un cigarrillo levantó la copa, y clavó su mirada en los ojos azules murmurando: “Adiós, muñeca, adiós”.

Inma Sierra

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El apestado.

Miguel Ángel Albero

El fallo del tribunal fue de inocente ante la falta de pruebas sólidas de la acusación. Lamentablemente mi carrera política se fue al traste desde que sufrí la imputación.

Desde bien joven me afilié al partido con la ilusión de hacer carrera dentro de él. Tras una etapa en la que comulgaba con su base ideológica al cien por cien, comprendí que para lograr mis objetivos tenía que someterme ocasionalmente a determinadas prácticas. Con el tiempo, concluí que lo verdaderamente importante no era la fidelidad a las cuestiones ideológicas, sino dichas eventualidades.

Aquellas partidas de pádel me acercaron a algunos miembros de la ejecutiva en mi comunidad autónoma, de entre los que destacaba Lorenzo Pradas. Cuando ganamos las elecciones, éste ocupó el cargo de Vicesecretario de Obras Públicas. Por sus manos pasaba toda clase de adjudicaciones. El partido quería dar una imagen de absoluta incorruptibilidad, por lo que Pradas me empleó a mi como escudo para todos los apaños con las empresas a las que se debía de adjudicar los contratos. A fin de cuentas, de cara a los medios yo no era nadie, pero él sí. Hicimos toda clase de acuerdos con los adjudicatarios fruto de los cuales me embolsé unos cuantos cien miles y Pradas algún que otro millón. Muy bien nos las arreglábamos para gastar u ocultar los beneficios. Y yo veía cada vez más cerca la posibilidad de subir peldaños dentro del partido. Las cosas iban bien.

Lamentablemente, aquel pardillo se fue de la lengua en un acto informal en el que estaban presentes algunos miembros de la oposición. A partir de ahí fue un calvario. Auditorías, comisiones de investigación, comparecencias. Todo apuntaba a Pradas que pronto supo esquivar las acusaciones dejándome a mi directamente ante los focos. Él perdió su puesto, aunque yo fui el que quedó mayormente expuesto. Fue un largo proceso que me alejó de todos en el partido como un apestado.

Recuerdo estos hechos desde la cola del paro donde acudo a fichar de manera puntual como un pringado más. Mis intentos de lograr un empleo son constantemente frustrados. Poco importa mi licenciatura en Derecho o mi Máster en Dirección Pública, y desde luego, menos aún mi experiencia laboral.
M A ALBERO

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Recuerdos que duelen…


Ella, por su natural bondad, por no molestar, por no tener carácter para defenderse de las injusticias, no ha sido todo lo feliz que merecía haber sido. Ahora, cuando más lo necesita, sufre en forma de reveses y decepciones las consecuencias de no haber tenido más carácter, de no haber sabido y podido superar su infancia infeliz y sin afectos. Hay personas que superan circunstancias parecidas; a otras, esa necesidad de afecto le acompañan siempre.


En ella se hicieron verdad los versos de una copla: “A mí nadie me da un beso, / decía un niño llorando…” Con la muerte de su madre en una edad temprana, creció sin afectos verdaderos y sentidos. En una época de humildad, de escasez y supervivencia, también de forzado compromiso, fue recogida por las hermanas de la madre por tiempo rotativo y tasado.


Retazos de una vida que pueden ayudar a comprender comportamientos y actitudes posteriores…



Juan Antonio del Campo Muñoz

Burjassot, 15 de abril de 2024

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El soñador

Érase un hombre, ni muy rico, ni muy pobre; ni muy joven, ni muy viejo Aspiraba a ser feliz.
Soñó el número una noche de tantas cuando empezaron los anuncios de la Navidad. Le costó encontrarlo. Lo guardó y pensó qué haría con el dinero sí le tocaba: sin nervios, casi sin emoción, y alcanzó a ver la casa de sus padres, tal y como la recordaba: sólida, robusta. A su madre junto al fuego de la lumbre y a sus hermanos balanceándose en el neumático, que hacía las veces de columpio, mientras las gallinas huían despavoridas.
Con el boleto premiado, vino el champán, las felicitaciones, el banco.
Le produjo mucha alegría ver a todos sus hermanos juntos en aquella comida sin fin en, donde no faltó de nada. Lo más triste, ver de cerca sus miserias.
Con los postres, se habló de cantidades. Ellos estuvieron de acuerdo en cederle su parte de la casa. «Eso sí ―le dijeron―: no te saldrá gratis» y así fue como el soñador empezó a reparar los desconchados. Tiró tabique, encaló paredes hasta arañar los cielos de su utopía. A medida que avanzaba su obra, se fue dando cuenta que era imposible reconciliar a sus hermanos.
Solo al sentir la brisa perfumada con el ir y venir de sus nietos en el columpio del patio, fue capaz de volver a soñar.

Esquina en sombra
Paredes encaladas
En el hogar fuego

AMPARO ROMERO

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LIBERTAD

¡La llevas tú! gritaba un niño en el patio del colegio jugando a pillar, el resto de niños se apresuraban a hacer girar las sillas de ruedas con sus manos lo más rápido posible, tratando de escapar de Nacho, que con sus muletas impulsaba sus piernas con gran destreza, intentando alcanzar a alguno de ellos, estaban felices, era el gran momento del día, se encontraban libres sin pensar en sus dolencias, solo en divertirse, no existía nada mejor, que el recreo, para unos niños atrapados en sus sillas conseguían a través del juego inundarse de felicidad.

Amparo Forés Aleixandre
19/04/2024

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La piedra dormida
El escultor fue hacia la cantera de mármol más próxima a su taller. Llevaba días bulléndole en la cabeza una imagen que no le dejaba descansar. Al llegar deambuló esquivando bloques de diversos tamaños. De pronto su vista tropezó con una pieza muy larga, la miró con fuerza y después se dirigió al dueño. Pronto se concertaron en el precio y el escultor dijo:
–Mañana mismo vengo con mi amigo Paolo y nos la llevamos en su carreta.
Cuando los bueyes se alejaban con la mercancía, el dueño del establecimiento dijo a su ayudante:
─¡Vaya estorbo que nos ha quitado este loco!
Al llegar al taller con la pieza, empezó a trabajar en ella con la imagen viva en su mente. La desbastó primero para acometer el labrado después. Con sus hábiles manos ayudadas de cincel y martillo fue quitando el material sobrante, hasta que afloró la hermosa figura que había permanecido allí esperándolo: El David.


Abdón Arjona Algaba
159 palabras


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EL PERFUME ETERNO

En el huerto del Convento de las Madres Auxiliadoras de Expósitos, el jardinero plantó un limonero. Fue una premonición, la madrugada anterior encontraron en el torno una criatura con un ramillete de azahar entre sus manitas. Todos los años, el día de su cumpleaños el niño recibía un juguete. Cada temporada el cultivador podaba el árbol del presagio. Con las ramas iba construyendo una casita de juguete con olor a azahar, para que el niño jugará con los regalos recibidos. Cuando ese año fue al torno a por su regalo de cumpleaños, encontró una caja de madera y una carta con las últimas voluntades de un anciano: «Que mis cenizas sean enterradas junto al limonero cerca de la casa que huele bien».

Concha Francés Vidal
19 abril 2024

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AMPARO ROMERO

Daoiz y Velarde

En los debates parlamentarios, la presidenta de la Cámara ha utilizado todo tipo de estrategias para hacerse respetar. Palabras suaves, sonrisas, amonestaciones, multas, incluso ha llegado a la expulsión. Por no hablar de los contactos informales mantenidos en la cafetería y en los pasillos del Congreso con los más belicosos. «Todo por la convivencia».
El pleno de hoy es tenso, bronco. Cuando da comienzo el rifirrafe, la presidenta empuña el mazo con determinación, pide silencio en varias ocasiones, pero los diputados no cejan en su empeño de interrumpirse y faltarse al respeto, hasta que harta, de sus señorías, la señora presidenta pronuncia una palabra que repetía de niña, cuando quería ver cumplidos sus deseos. Con voz firme exclama: «¡Abracadabra!», el vocablo resuena sin complejos en el hemiciclo. Por un momento se hace el silencio, entre murmullos. La señora presidenta en pie amenaza: «Si se vuelve a repetir el incidente, suelto a los leones del congreso, señores diputados».



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DEDICATORIA

Floren Carrillo.


Marta se sentaba en la mesa del rincón. Diego, disfrutaba, interesado en su novela.
Un saludo, unas palabras y una sonrisa, se convirtieron en parte de su vida.
Un día, El café de Marta se enfrió en la barra.
A pesar de los cambios en el barrio, el cierre de los pequeños comercios y los pisos turísticos, mantuvo abierta la cafetería de la esquina.
La joven se sentó en la mesa, abrió su portátil y se dispuso a escribir. Diego, con andar difícil, ajustando sus gafas y entornando los ojos, se acercó a ella.
- ¿El café de siempre Marta?
- Soy Aión, su hija.
¿Tú..., tú eres Diego?
-Si - dijo, apoyándose en el respaldo de la silla, con sensación de ahogo en el pecho.
-Traigo un encargo. - le dijo con un libro en la mano.
En portada, sobre la sombra; se recortaba la pareja leyendo en la mesa.

TOMAS MORENO ha dit...

Mundos paralelos



Amigo de infancia y adolescencia, había nacido para ser feliz y hacer feliz a su entorno. Alegre, bromista, autentico y noble, sin maldad ninguna, expresión franca al saludarte. Con sus extravagancias divertidas Se permitía el tuteo a los mayores (algo no permitido a los niños entonces, sin que se molestaran por ello), siempre dispuesto a hacernos pasar buenos ratos. Rafael Montesinos escribiría estos versos pensando en personas así: “Sus mañanas eran claras / porque su vida lo era, / no porque fueran mañanas”.



Lo recuerdo así y quiero quedarme con esa imagen. Ahora, cuando lo veo —es muy religioso— en Semana Santa o en las Fiestas Patronales detrás de una imagen, lo saludo desde la acera cuando pasa y no me reconoce. Vive en su mundo paralelo. A mí se me nublan los ojos y maldigo esa enfermedad indolora y dañina que hace que mi amigo esté, sin estar.



Juan Antonio del Campo Muñoz

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ENCUENTRO
Desde que se prejubiló, Ramiro no ha faltado nunca a la cita.
Cada martes, se pone su mejor traje y entra en el hotel, todos los recepcionistas saben ya su número de habitación.
Él recoge la llave y avisa que la señora llegará más tarde.
Sobre las seis aparca un taxi en la puerta, una señora mayor, elegantemente vestida, escudada tras unas gafas de sol y con un abultado bolso, desciende y se dirige al mostrador. Hoy el recepcionista es nuevo, no la conoce.
-Buenas tardes, vengo a jugar con el joven de la 427- -Buenas tardes, mientras se le salen los ojos de las órbitas.
El personal del hotel hace apuestas sobre lo que ocurre en la 427.
El director se ocupa del del asunto, llama a la puerta de la habitación, Ramiro abre cómodo de ropa y el espectáculo es increíble.
Un mantel sobre la moqueta, tortilla de patatas, croquetas, jamón, una botella de vino y una videoconsola con el último juego de moda. Úrsula y su hijo disfrutan de una suculenta merienda, mientras juegan a los videojuegos.
El director ha avisado que las tardes de los martes estará ocupado, se apunta a la partida.
Santi

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"Cien años de amor"


_ Caminó una larga senda.
Cuantos paisajes y gentes en el camino.
_ Atravesó lomas y recorrió
valles , con tacones y con. zapatillas, según lo que la vida
traía.
_ "Quiero preparar una gran
fiesta, haré la lista para ver a
quien invito".
Repasó y repasó uno por
uno , pero no pudo invitar
a ninguno de sus antiguos
compañeros de vida.
Ni marido, ni padres, ni
hermanos, ni amigos,
ninguno estaba ya en esta
vida.
_ Y es que en cien años de
historia cabe mucha.
_Pero siempre tejio una red
sin barreras, donde los que. nos apoyamos en ella
pudiéramos crecer y volar.

_ Eternamente agradecidos.

C SOLANAS

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De tal palo…

En plena reunión familiar, mientras todos disfrutaban de la comida, mi primo Timoteo soltó un estornudo estruendoso que hizo temblar los platos. Todos se sobresaltaron, pero mi mente se desvió a un momento de mi infancia. Recordé cuando, en una fiesta de cumpleaños, la tía Margarita estornudó tan fuerte que sopló las velas del pastel y cubrió todo de crema, quitándole todo el protagonismo a su hijo.
La risa aún me sacudía cuando regresé al presente. Era evidente que los genes de los estornudos estruendosos corrían en la familia.


TOMAS MORENO ha dit...

DESCUBRIMIENTO

Bajo la luna menguante, dos extraños se cruzaron en un callejón desierto. Sus miradas se encontraron; destellos fugaces de historias no vividas. Un instante bastó para tejer un vínculo invisible entre ellos. Sin palabras, compartieron un mundo de posibilidades en un silencio elocuente. Luego, cada uno siguió su camino, pero en lo más profundo de sus corazones, sabían que aquel encuentro había cambiado el rumbo de sus destinos para siempre.

Marina Pérez Gutiérrez

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Nunca más volvieron las golondrinas

En la penumbra del olvido, un reloj perdido marcaba un tiempo ajeno. Sus agujas, fieles testigos del abandono, danzaban en un vals silencioso, entre telarañas de recuerdos rotos. En su tic tac solitario, latía la nostalgia de días idos, mientras sus campanadas, como susurros olvidados, parecían buscar oídos dispuestos a recordar. En ese rincón olvidado del universo, el reloj seguía su danza eterna, contando historias mudas de un pasado que yacía sepultado bajo capas de polvo y desidia.
Entré en la casa y en un rincón de la buhardilla, unas viejas fotografías, desperdigadas en aquel baúl del olvido, me nublaron la mirada. La añoranza de un mundo feliz y en paz desgarraba mi pecho y perturbaba mi mente. Salí precipitadamente y tropecé con una piedra. Cuando desperté, la noche se me había echado encima y, helada de frío, tanteé la puerta de mi coche.
Nunca más volveré.

Marina Pérez Gutiérrez



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De tal palo MARINA PÉREZ

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REQUIEM LIBERTARIO (23/04/2024)
Aquel repelente aroma perturbaba su sueño y, casi levitando, madrugaba para poder respirar, para huir del roce de aquella piel con la que compartía su lecho y tanto dolor le infligía.
Esta mañana repetiría, una vez más, su triste rutina: café y analgésico, mientras sentada frente al espejo maquillaba los golpes y simulaba una sonrisa fingiendo recordar como era su propio semblante.
Madrugaba para, en la calle, escapar de su cárcel y espantar el miedo al esquivar aquella mirada de desprecio que intentaba justificar lo injustificable.
Pero hoy madrugaba feliz y, sin embargo, paradójicamente, intentaba maquillar su alegría. Hoy su pesadilla había terminado, un miserable había muerto y madrugaba porque tenía prisa por darle su merecida sepultura.
Inma Sierra

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REMORDIMIENTO
Sintió a su marido voceando desde el balcón y pensó: «¿será posible que este hombre discuta hasta en la terraza?».
—¿Pero con quién narices estás hablando, Juan? —
Juan sorprendido se giró hacía ella
— No hablo con nadie, sólo intento ahuyentar a un “pardalet”. Ya lo he espantado dos veces del geranio que plante anteayer antes de ir al entierro, y el muy canalla parece que se ríe de mí. —
Ella, apartando a Juan, entró en el balcón y clavada frente a la barandilla enfrentó su mirada al gorrión, comenzó a cabecear y dijo:
—¿Crees que no sé quién eres? A mí, aunque llevemos veinte años hablando lo justo, aunque te hayas reencarnado en un gorrión, no me puedes engañar. He reconocido tu disfraz al momento con ese plumaje gris, con ese hilillo negro hasta el pico y esas alas achocolatadas. Vienes con chaqueta marrón y corbata como cuando cumpliste los dieciocho y dando vueltas gritabas: «Prima, ¿no te parezco un dandi, vestido así?». Y desde aquel día perdiste tu nombre y para todos serías «el dandi»—
—Anteayer fuimos a tu funeral y sólo quise recordar el pasado.
—Dandi, te perdono. Sal de mi balcón y descansa en paz—.
El gorrión emitiendo un “chrii” abrió las alas y comenzó a volar.
Inma Sierra



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Presunto culpable.

Miguel Ángel Albero

El sujeto que me han encargado despachar camina por esta acera cuando sale de su oficina de noche. Me han exigido que extreme las precauciones, así que ocultaré mi rostro con una careta de Bob Esponja que encontré en el baúl de juguetes de mis hijas.

Con los preparativos de la Comunión de las gemelas y las sesiones de Reflexión Cristiana que nos imparte el Padre Fernando a los familiares a propósito de ésta, estoy muy sensibilizado. Llevo semanas planteándome dejarlo, pero por ahora no puedo. Además de la Comunión, mi esposa se empeña en que vayamos de vacaciones de verano a Cancún.

Cuando pasa por delante de mi escondrijo, le rebano de un tajo la yugular y cae como un saco de cemento.

Al día siguiente, durante la cena, el telediario muestra otra vez la noticia. Por lo visto, una cámara inesperada había tomado imágenes nítidas del suceso. Lucía, una de mis hijas, exclama estupefacta:

- ¡Que casualidad! ¡Esta mañana me encontré mi careta de Bob Esponja en el asiento del coche!

M A ALBERO